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Sin intermedio

El curso parlamentario español ha terminado, aunque quede aún un pleno extraordinario del Congreso de los Diputados. El Intermedio de Wyoming ha cerrado la temporada, así que el verano político ha comenzado. De las vacaciones de sus señorías mejor ni hablamos, que por mucho que diga González Pons, en algunas partes la fiesta no termina nunca.

¿La política no interesa? El Intermedio lo desmiente cuando reúne a más de dos millones de telespectadores frente a la tele. Un programa político que no se ha desgastado tras ocho años de emisión, sino todo lo contrario: cierra su mejor temporada. Si hay noches en que le gana en audiencia al Telediario nocturno de La 1, será por algo. Las encuestas dicen que estamos hartos de los políticos y eso juega a favor del programa de La Sexta, que nos sirve nuestra pequeña venganza a la hora de la cena. Y, encima, con humor inteligente.

José Miguel Monzón no es el presentador favorito de los militantes del PP, aunque sus guiones también reparten algunas risas a costa de la izquierda. En todo caso, se agradece que muchos días el mejor análisis político nos haga reír en vez de llorar.

El gran Joaquín Reyes, el fichaje más acertado para el programa, lo definió perfecto en su imitación final de Wyoming: «Cómo tiene que estar la izquierda para que yo sea el referente». Hablando de referentes y despedidas, permítanme maravillarme de la de Alfredo Pérez Rubalcaba en el Congreso, que merecía un programa especial. No me canso de admirar los aplausos de los mismos diputados del PP que antes le tiraban faisanes a la cabeza. Va a tener razón Podemos con su teoría de la casta. O el mismo Rubalcaba, que ya sentenció que los españoles enterramos bien.

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