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Entre liderar el cosmos o bajar a Segunda B

Hay en Valencia un juez de lo mercantil que ya está buscando, por si las moscas, a un administrador judicial por si el Valencia CF cumpliera en breve cualquiera de las condiciones concursales posibles: el conocido como «5 bis», el concurso necesario o el voluntario. Esa situación podría darse a partir de pasado mañana, cuando el club ha de afrontar pagos que rondan los 30 millones de euros de la ficha de los jugadores. Si uno sólo de los peloteros reclama su estipendio impagado, alea jacta est. Y puestos a profundizar en la pesadilla, imaginen el nada halagüeño descenso a Segunda B. Confiamos en que el trellat acabará imponiéndose pero, si se diera el peor escenario, una sugerencia le hacemos a su señoría a la hora de elegir al enterrador: traiga al fulano de fuera de la ciudad o de Kuala Lumpur si es preciso porque esa persona dejará de tener presente y, si me apuran, futuro. A poco que las cosas se tuerzan -más- se lo meriendan.

Peter Lim. La situación del VCF es kafkiana. Del subbuteo político-judicial al que se está jugando de forma soterrada sólo trasciende el esfuerzo de Amadeo Salvo para que la compraventa de la entidad no descarrile. Ahora mismo "el poble de Mestalla" conserva cierto hálito de esperanza pese al embrollo judicial planteado por el inefable Granell. No obstante, el guión trazado se nos antoja de una teatralidad total. La circunnavegación del globo terráqueo del presidente valencianista para arrancar una señal de Peter Lim ha recreado la ficción de un Cid Campeador que salva «in extremis» el «match ball» mientras aguardamos la gloriosa llegada del Mesías. El cambio de imagen experimentado por el «businessman» de Singapur en las últimas semanas es extraordinario: de malvado de 007 rollo Spectra a Buda feliz. El exitoso santo y seña #PeterLimTequeremos lo dice todo. O Lim o el caos.

Manuel Llorente. Más prosaico y terrenal que nunca, el expresidente ha añadido más dudas todavía sobre ese guiñol. Newcoval es sólo una endeble excusa para justificar las dudas del señor de Singapur, asevera. Atinado o no el juicio de Llorente, convendría que todos los protagonistas de la historia dejaran de jugar con cartas marcadas, por el bien de la entidad. Ahora mismo las certezas adoptan una ingravidez absoluta e intentar descubrirlas exige la destreza del profeta para vadear un cenagal de arenas movedizas. No se conoce a nadie, ni en la fontanería del club, ni de su Fundación ni en la parroquia de exégetas habitual, qué sepa a ciencia cierta qué sucederá. Aunque se sugiere una idea: Como buen hombre de negocios, Lim está tensando la cuerda para obtener el mejor acuerdo, eliminar intermediarios y cláusulas incómodas.

Un líder. Lo único sólido ahora mismo es que el circo de mentiras y medias verdades, demandas y contrademandas, rumores y desinformaciones o informaciones de parte, mantiene en su pista central a Peter Lim. Un señor que, por su popularidad, podría aspirar a la presidencia, pero de la Generalitat. O teniente de alcalde si se lo propone. Gracias a los salvajes giros de los acontecimientos, una debacle -la deslocalización del centenario Valencia CF- se ha convertido en una especie de historia de buenos y malos donde el mejor final es la venta. Enhorabuena para los premiados pero, ¿hay alguien más?

El gobierno. Hay en este conflicto quien no logra pasar a un segundo plano por más que lo intenta con entusiasmo. Se trata de la Generalitat. Primero se consagró a un Deux et Machina del ladrillo para arreglar el tema y ya conocemos el resultado. Hoy el expresidente Soler protagoniza un episodio digno del peor «landismo» en los juzgados. La segunda vez que lo intentó el Consell fue tras la pancarta de la democratización. Pero a las primeras de cambio dejaron sólo al ungido. Dudamos de que se intente por tercera vez, como se escucha en los mentideros. Por falta de ganas, convicción e ideas. En palacio, erróneamente, siempre se ha creído que el problema era el préstamo a la Fundación, el dichoso aval. Y deberían abrir foco, como titulamos esta sección. El problema, el de verdad, es el fútbol, no la deuda del Patronato. Lo grave es la pervivencia o no del club. Y como se funda a negro o descienda de categoría ríanse ustedes de la gente que se ha echado a la calle por los barracones escolares, los recortes en los servicios, el cierre de empresas públicas o la república. Entonces, si eso sucediese, deberían pedirle consejo a Charlton Heston, con su experiencia en «Cuando ruge la marabunta»: Corran.

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