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Javier Cuervo

Asignatura equivocada

España es uno de los países europeos que menos ayudas concede por hijo. Siempre ha sido así. Ahora no importa porque lo que quisiéramos es ser menos niños, menos jóvenes en paro, menos hogares con todos sus miembros en paro, menos despedidos mayores de 45 años, menos prejubilados, menos jubilados, menos ancianos dependientes, menos personas con una de las expectativas de vida más altas del mundo. Lo que sobra en España son españoles y eso se nota en Alemania, en Inglaterra, en los países escandinavos, donde quiera que estén yendo los que más falta hacen.

Cuando España iba bien y era la octava potencia económica mundial en el timo del ladrillo bancario y el país tenía inmigrantes de todas partes, el gobierno del PP quería hacer políticas de natalidad pero sin financiarlas. ¡Creced y multiplicaos no vayamos a ser que nos reconquisten los moros y nos colonicen los sudacas! Importaba poco que no hubiera dinero para poner los vientres a trabajar porque cuando los niños venían la familia católica española se lanzaba a suplir las carencias del Estado. Ahora sigue siendo así pero la familia ya no aguanta y se recurre a la solidaridad vecinal, de segunda instancia.

Cuando el gobierno y el rey hablan de cómo soportan los sufridos españoles la feroz crisis que se ensaña con ellos recitan esa épica de los pobres con la que nos contaron el año del hambre y la posguerra, el plan de estabilización de 1959 y las huelgas heroicas. Oírselo como si fuera relato, no como hechos que está en sus manos resolver, revuelve el estómago. «Estamos haciendo los deberes», «nos hemos puesto las pilas», «somos una gran nación» es una basura retórica incompatible con 2,3 millones de niños españoles que viven en la pobreza y no tienen aseguradas en su casa las tres comidas diarias que les permitan, al menos, crecer sanos en la desigualdad. Están haciendo los deberes de la asignatura equivocada.

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