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El peor Brasil de su historia de campeones

Brasil se ha librado del síndrome del «Maracanazo» gracias a Colombia. Enfrentarse en cuartos de final a Uruguay, aun con la ausencia de Luis Suárez, habría puesto a los brasileños en estado de angustia. Porque el país es consciente de que su selección, que aspira a ganar su sexto título mundial, es la peor de cuantas han subido a lo alto del podio.

Brasil perdió su primera gran cita en Maracaná y ello le causó una depresión que duró hasta 1958, cuando hizo su aparición en escena de Edson Arantes do Nascimento «Pelé». Hasta que llegó la gloria en Suecia Brasil incluso había perdido con España en 1934, en Italia, pero ya en aquellos años contó con estrellas como Domingos da Guía y Leónidas, un gran goleador. Ademir fue Pichichi en 1950. En el equipo actual no hay un solo delantero que se les pueda comparar.

Fred es un comparsa al lado de arietes como Vavá, Tostao, Romario, Bebeto o Ronaldo. El grave problema del equipo que dirige el histérico Scolari, quien por cierto fracasó dirigiendo la selección de Portugal en la Eurocopa de este país, no está en la ausencia de un rematador al estilo tradicional. Neymar, en quien tiene depositadas todas sus esperanzas, es jugador que al lado de otros grandes ídolos brasileño habría sido acompañante. Distinguido, pero acompañante.

El Brasil que maravilló en Suecia contó con un ataque que deja en caricatura al actual: Garrincha, Didí, Vavá, Pelé y Zagalo. El Brasil actual se defiende con el lujo de dos buenos centrales y dos laterales con recorrido. Sin embargo, resulta arriesgado comparar a Alves y Marcelo con Djalma Santos y Nilton Santos. En el centro, con estos, jugaron Bellini y Mauro.

Detrás de Pelé estuvieron Zito y Zózimo que manejaban con tacto. A Pelé, lesionado en Chile, le suplió Amarildo que amargó la existencia a España. En México-70, tercera conquista mundial formaron un equipo de lujo con Gerson, la batuta que jamás erraba y con el superviviente Pelé se alinearon Piazza, Everaldo, Rivelino, Jairzinho y Tostao. Jairzinho fue jugador eléctrico, imaginativo a quien el poeta Vicente Gaos dedicó «Oración por un gol» con versos cono estos: «Cada vez que marcaba un gol, Jairzinho, el negrito de tierno diminuto y pie inverosímil,/capaz del milagro de cruzar el cañaveral que para él no es espeso,/con un quiebro, con graciosa ondulación casi femenina/? Cada vez que Jairzinho estrella el balón en las mallas, / por la diagonal imposible en el corazón de la selva/el negrito de alas en los pies, azogue en la cintura,/alza sus dos brazos frenéticos extasiados de júbilo».

A aquellos héroes mundialistas les cantaron en prosa y verso. También tuvo su homenaje Garrincha en Vinicius de Morais con «O anjo das pernas tortas». «A un pase de Didí, Garrincha avança. /Colado o couro aos pes, a olhar atento/. Dribla, un, dribla dois, depois descansa/. Como a medir o lance do momento».

La «Balada para Pelé» de Horacio Ferrer dice entre otros versos: «A Edson Arantes do Nascimento,/Pelé/ le hicieron -pobre- la cuna/ con un grano de café/ bajo la luna». «Y ahora un son universal/, de mía tuya y tuya y mía/que le canta en el botín/ fenomenal,/ al chiquilín/ medio Marceau, medio Chaplin».

Tal vez ni siquiera los grandes campeones posteriores han alcanzado el fervor de los brasileños por Pelé y Garrincha. Aún hay quienes defienden la teoría de que el extremo fue incluso mejor. Los dos grandes vestuarios de Maracaná fueron dedicados a ambos jugadores. Pelé llegó a ser ministro y Garrincha murió en la indigencia, rodeado de moscas en una favela, a pesar de que los amigos trataron de salvarle económicamente.

Brasil volvió a ser grande en 1994 en Estados Unidos Cafú, Mazinho, Dunga, Mauro Silva, Bebeto y Romario con Ricardo Rocha, Ronaldo, y Leonardo en la selección. En el banquillo estuvo Carlos Alberto Parreira hoy auxiliar de Scolari.

La última gran victoria brasileña en 2002, en el Mundial de Japón y Corea contó con Edmilson, Roberto Carlos, Glberto Silva, Ronaldinho, Juninho, Rivaldo, Ronaldo y Denilson. En la lista, entre otros, también formaron Belleti y Kaká.

Visto el elenco de cada uno de los mundiales en que triunfo Brasil parece inútil establecer comparaciones. La selección actual no se parece en nada a las que vimos en otros campeonatos. No se sabe a qué juegan. Han perdido el estilo pero ello parece lógico porque no hay tres futbolistas que sean capaces de interpretar el fútbol brasileño. A Chile la eliminaron tras prórroga y penaltis. Y no mereció pasar. Ahora, le aguarda Colombia, que no será espectro del «Maracanazo», pero quizá ni siquiera le permita llegar a la prórroga. Salvo que se produzca la mejoría que su historial merece. Brasil, el país, sus dirigentes políticos precisan el triunfo final. El fútbol siempre ha ejercido de bálsamo antes las adversidades sociales.

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