Un antiguo amigo denominaba «ninismo» a la línea editorial de cierto periódico nacional que para mantenerse centrado solía criticar a diestra y a siniestra (ni tal cosa ni tal otra). Me viene esto a la cabeza a la hora de valorar la reforma fiscal que por fin ha parido Mariano Rajoy. Una reforma fiscal siempre le quita un euro más a alguien para quitárselo de menos a otro. Sin embargo, en este caso, repasando opiniones, no veo un pleno consenso de los expertos sobre a quién beneficia y a quién perjudica, más allá del trazo grueso. Tampoco es posible saber si aumentará la recaudación o caerá, lo que hace que la Comisión Europea (que nos echa la cuerda si caemos) se muestre confusa. Hay cierto acuerdo en que la reforma funcionará si la economía funciona, pero esto, desde luego, no es decir mucho. Aceptemos, pues, que vivimos en el reino galaico de Rajoy, y que su estilo al final lo impregna todo.
