El profesor de la Universitat de Girona, Josep Calbó, ha escrito distintos artículos hablando de la turbidez del cielo en la ciudad de Girona. Algunos resultados son los siguiente: en invierno la turbidez es menor que en verano, eso se debe a la menor convección de esta estación en comparación con el verano. Así durante la estación cálida los ascensos más grandes de aire a causa de las elevadas temperaturas provocan que el polvo del suelo suba hasta la troposfera provocando una disminución de la claridad del cielo, por tanto la turbidez es más alta en verano que en invierno, cuando predominan los movimientos descendentes, especialmente con anticiclón. Curiosamente esto no tiene relación con la contaminación atmosférica en la ciudad de Girona, que es más elevada en invierno que en verano. No obstante, la falta de industrias muy contaminantes en Girona hace que la presencia más grande de partículas emitidas por los coches en invierno y, por tanto, la contaminación más alta detectada en la red de Vigilancia y Prevención de la Contaminación Atmosférica XVPCA no tenga consecuencias en una disminución de la turbidez en invierno en comparación con el verano. Las partículas emitidas por los coches, junto a los gases contaminantes, especialmente el óxido nitroso y el dióxido de nitrógeno -que son los gases precursores de una contaminación por ozono superficial más grande-, en teoría tienen concentraciones más elevadas en invierno, pero cuando hay más peligro de elevada contaminación de ozono es en verano, cuando la radiación solar es mayor. No obstante, el viento, especialmente la marinada, provoca un transporte del ozono de la ciudad de Girona hacia el norte, del mismo modo que ocurre con el ozono del área metropolitana de Barcelona, que provoca altas concentraciones de ozono en la Plana de Vic.