He ido dejando pasar el año en que se han cumplido cuarenta años de mi incorporación a la prensa, en diarios y revistas, algunos que todavía siguen, otras que desaparecieron llevadas por la llamada transición. Los ingleses lo llaman «lost in translation». Me acuerdo muy bien cómo fueron los principios, cada uno más singular que el otro, y debidos en parte al azar. Cuando el otro día Abel „de las generaciones que acaban de llegar y son emprendedores„ me preguntó en una celebración cuándo había conocido a un compañero periodista, tuve que reflexionar. Y vi toda la serie como en un spot abreviado.

El día que llegué a Madrid para ver teatro me acerqué a la redacción del Informaciones y tuve la buena suerte de que me atendiera Pablo Corbalán, gran periodista y mejor persona, que me abrió las puertas del mejor suplemento literario de la época, que dirigía Rafael Conte. Hice reseñas y me encarrilé. No eran las primeras en puridad y mi atrevimiento tenía algo de base porque ya me había estrenado en Las Provincias y en el suplemento que dirigía Ángel Lacalle. Alguien me ha preguntado si eso da para vivir. No, claro, ni entonces ni ahora. Pero da otro tipo de satisfacciones. Por ejemplo, Levante (entonces sin El Mercantil Valenciano) me hizo una entrevista a página completa; para alguien que empezaba€ era halagüeño.

También tomé contacto con Pedro Altares, de Cuadernos para el diálogo, la revista de la oposición consentida y de gran prestigio en ese momento. Por una confusión, acabé publicando dos artículos similares en el suplemento extraordinario sobre la cultura en el País Valenciano (sic). Lo que tuvo nefastas consecuencias en el periódico del Paseo de la Alameda donde colaboraba. Casi salí de mala manera entonces. A poco lo hice obligado.

Todo es empezar. Eran momentos en que esperábamos grandes cambios. Hasta que el dictador no murió no se fueron concretando. Y ahí se dio una verdadera explosión de medios, con la apertura primero, y luego ya tras las elecciones y la Constitución. No sin bandazos y censura. Imaginen: El País, Interviú, Avui, Cambio 16. Colaboré en casi todos un tiempo. Y en las aventuras valencianas, Valencia Semanal, Diario de Valencia, Noticias, La Marina, Canfali€ como antes en Gorg.

La efervescencia pasó, estamos en otra transición, con grandes cambios tecnológicos y políticos. Volvemos a estar en el disparadero. Y claro, el papel tiene su función y sus adeptos, aunque hay soportes nuevos de influencia creciente. Me pilla mi particular celebración de estos cuarenta años en la brecha, haciendo líneas sobre el papel, sabiendo que los lectores tienen otras urgencias hoy como entonces. Esto es ya memoria histórica, pequeña o particular, pero «tota pedra fa pared». Hay tesis doctorales sobre lo más importante y he colaborado cuando se me ha requerido. Puede que haya ediciones facsímiles también de algunas y otras están digitalizadas, puede. Si hay que rehacer la transición se debe conocerla para no convertir el presente en caricatura.