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Contraste de autoestimas

Comparece hoy el Barça en Mestalla. No parece el momento idóneo ni el lugar más adecuad0. Sobre todo para el VCF, obligado a enderezar el rumbo torcido de las dos últimas jornadas en las que tan sólo ha acumulado uno de los seis puntos en disputa. Por contra, en ese mismo periodo, su rival ha sumado seis y viene de infligirle un severo rapapolvo a domicilio (0-3) al Apoel de Nicosia, conjunto de envergadura similar a la del Levante, contra el que el VCF sucumbió el pasado domingo, disparando las alarmas. Por primera vez en este curso la autoestima del conjunto de Nuno está por el suelo, mientras que el grupo de Luis Enrique anda con la moral por las nubes. Y ello a pesar del severo marcaje al que el entrenador azulgrana, y Leo Messi, su futbolista referencial, están siendo sometidos desde Madrid, con brutales cargas de profundidad, disparadas a través de las ondas nocturnas. O tal vez, por su mismo origen, las andanadas que reciben los azulgranas, les sirven de acicate y obran el milagro contrario. Ocurre con el Barça lo mismo que con el soberanismo catalán: cada vez que sus detractores abren la boca, crece el independentismo y aumenta el fervor de la culerada. Para que esta regla de tres se cumpla sólo es necesario que se pronuncien respectivamente sobre ambos temas, don Mariano Rajoy, utilizando a su Fiscal General, o el profeta deportivo de las madrugadas, recurriendo al prestigio de ilustres periodistas barceloneses de su cordada. Desde hace un par de meses, todos ellos han desencadenado furibundos ataques contra el Barça. Sólo que en lugar de abatirlo, se ha obrado el efecto contrario. Así el equipo de Luis Enrique llega embalado a estas alturas del curso, y Messi anda derribando récords tanto en la competición doméstica como en la internacional. Para conocer cuál es el estado anímico y el nivel futbolístico del Barça, sólo hay que tomarle el pulso a la prensa madridista. Si está con taquicardia, buen síntoma para el Camp Nou. Y desde hace un par de meses, el Regimiento Periodístico Central no cesa de malmeter.

En esas condiciones viaja el Barça a Valencia, picado en su amor propio. Y con el césped de Mestalla acabado de resembrar, para que Nuno no pueda recurrir a excusas de mal pagador en caso de derrota. Una alfombra verde recién estrenada es muy adecuada para el fútbol de tiralíneas que acostumbra a trazar el Barça. De manera que si el VCF pierde, agotará la autoestima que ha acumulado, en tanto que para el Barça, ganar aquí significará un subidón de moral. Mestalla ha dejado de ser el feudo facilón que era antaño. No todo el mundo será capaz este curso de llevarse puntos de la avenida de Aragón.

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