Opinión
Xavier Domènech
De Marx a Iglesias
Los partidos del cambio revolucionario siempre han apelado a los de abajo para echar a los de arriba. La cuestión es definir quién está abajo y arriba, y porqué. El porqué es importante, ya que de él se deriva la estrategia del cambio. Los movimientos del siglo XIX lo tenían claro: el enemigo era el capitalismo. El marxismo dio un cuerpo doctrinal al ansia de revuelta: la historia de la humanidad „decía el Manifiesto comunista„ es la historia de la lucha de clases. Explotados contra explotadores. En la etapa capitalista, a un lado estaría la burguesía propietaria y en la otra el proletariado, que sólo tiene su capacidad de trabajar y la vende por un salario inferior a la riqueza que genera. De este análisis se deducía una estrategia para cambiar el estado de cosas: era necesario que los proletarios se organizaran y tomaran el poder para arrebatar a los capitalistas el control de los medios de producción y ponerlos al servicio de todos. ¿Cómo? En una primera etapa, mediante el Estado.
El problema es que ninguna experiencia real ha pasado de la primera etapa: la nacionalización de toda la economía y la supresión de la empresa privada. Y cuando los dirigentes de los nuevos regímenes controlaron toda la economía y toda la política al mismo tiempo, implantaron dictaduras que sólo se deshacen cuando el sistema colapsa. En estas dictaduras seguía habiendo los de abajo y los de arriba, y el poder estaba aún más concentrado. Mientras tanto, otras sociedades evolucionaban en una dirección distinta: la suma de capitalismo y democracia daba lugar al llamado Estado del bienestar, que suavizaba las diferencias y permitía la aparición de un amplio escalado de clases medias propietarias. Este modelo parecía el triunfador, pero las cosas han cambiado.
Ya desde antes de la crisis se ha iniciado un proceso de crecimiento de las desigualdades que la recesión ha agravado al hundir a las clases medias. La culpa la deben de tener los de arriba, y éstos tienen un nombre nuevo: la casta. Las «élites extractivas». Los vampiros de la riqueza colectiva. Podemos llama a la revuelta contra la casta, dando por hecho que desproveerla de sus privilegios conseguirá que la riqueza esté bien repartida. Pero habrá que ver la letra pequeña, la hoja de ruta del cambio. ¿También tendrá el Estado un papel determinante, como en el marxismo? Y en este caso, ¿qué impedirá que quienes lo gobiernan formen una casta aún más poderosa?
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