Opinión
Gregorio Martín
La calle de Valmor
Con los balances de fin de año hemos conocido las muchas placas y homenajes que tanto alcalde impulsivo, entre la corrupción y el lameculismo, ha venido dedicando en las tres provincias a los distintos próceres: Camps, C. Fabra o Castedo. En momentos de zozobra no sería mala idea rotular nuestras calles con episodios que hablen a las generaciones futuras de las desgracias que padecemos a modo de enseñanza para que no se repitan. Siempre ha llamado la atención la decisión catalana de utilizar como conmemoración anual de identidad una referencia histórica más ligada con una desgracia que con un triunfo. Quizás esto explique lo que se está viviendo 300 años después.
Empezando las navidades, la Fiscalía Anticorrupción golpeó de nuevo la conciencia colectiva, poniendo sobre la mesa de una magistrada del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (cosas de aforados) la querella contra un expresident (Camps) una exconsellera (Johnson) y un excampeón (Aspar). Este escrito es un paradigma del uso que algunos han dado a lo público.
Corría 2006 cuando Camps suspiraba por muchas cosas, entre ellas, un gran premio de F1. Ecclestone, hoy también encausado fuera de España, le impuso un circuito urbano, proclamando que solo se celebraría si Camps ganaba las elecciones de mayo de 2007. Se montó una empresa pantalla con aval de la Generalitat Valenciana (GV) con otro amigo de Camps (el fiscal dixit) al frente ayudado de uno de los hermanos Cotino, de la Bancaja ya desaparecida de Olivas y de un Roig de nuestros Borja contemporáneos, al que muchos agradeceríamos una reflexión sobre su repentina pasión hacia la F1 (lo del amor a Valencia, no parece verosímil por lo ocurrido). Como Valmor nada sabía ni tenía requisitos legales para organizar nada, se recurrió a un contrato „por el que nunca se pagaría factura alguna„ con una empresa propiedad exclusiva de la GV: Circuito del Motor, donde ya ejercía Aspar. Tras la primera carrera de 2008, por la que Valmor tenía que pagar el canon de Ecclestone (26 millones de dólares) quedó claro que Valmor no era viable cuando el proyecto era de 24 millones en 2009 y 2010 y 16 en 2011. Ante los números rojos y la posibilidad que la carrera de 2009 no tuviera lugar, se recurre a una segunda empresa (pública de nuevo) de la GV „Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunitat Valenciana„ para pagar el canon anual, eximiendo así a Valmor de su principal obligación. Como dice el fiscal, fue el segundo de cuatro rescates. Con la crisis asomando, la GV, con el dinero de todos, organizaba, pagaba cánones y, como ahora sabemos, regalaba entradas para hablar de éxitos sin par. Pero Camps iba a superarse.
En el primer semestre de 2011 la empresa de Aspar y compañía seguía en números rojos y Bancaja, ya en plena descomposición, dijo que los avales bancarios desaparecían. Sin embargo, un president enloquecido fue a por más: ahora, la exclusiva española de F1 para años sucesivos. Ecclestone ya no se fiaba de Valmor y cazó de nuevo a Camps, que en julio decidió dar el aval de la GV. Lo firmó la consellera Johnson, careciendo de todo: competencia presupuestaria, conformidad a los procedimientos legales y autorización del Consell. Al día siguiente, Camps dimitía y cuatro semanas después la carrera de 2011 tenía lugar.
La descomposición siguió el 7 de diciembre de este año, cuando el consejo de administración de Circuito del Motor propuso la compra de Valmor por un euro y su absorción por Circuito del Motor para garantizar, en la medida de lo posible, la continuidad del evento. La corrupción era antológica: «La GV ya paga el canon; ahora que se quede también con la organización. Nosotros perdemos dinero y nos vamos». La utilización de las empresas públicas llegó a su contradicción dos días más tarde, el día 9, cuando las mismas personas reunidas como Consell, un minuto más tarde, lo hacían como junta de accionistas (no confundir consejo de administración con junta). La redacción del fiscal es cuidadosa: «El 9 de diciembre de 2011 se reunió la junta general de accionistas de Circuito del Motor en el Consell de la GV. El orden del día de este consejo de gobierno fue fijado previamente, como era habitual, por la reunión de secretarios autonómicos, que tras analizar los temas y comprobar la documentación establecía los temas a tratar en el Consell. Ese día no estaba previsto abordar ningún acuerdo sobre la Fórmula 1 [...] Johnson engañó al resto de miembros de la junta general, al no decirles ni explicarles que la compra por parte de la empresa pública suponía, por un lado, la condonación a Valmor de más de 14 millones de euros que adeudaba a Circuito del Motor, y, por otro lado, asumir los más de 31 millones de euros de pasivos frente a terceros». Fabra ya llevaba meses al frente de la GV con su deuda galopante y en marzo de 2012 suscribió la compraventa mientras hablaba de deuda histórica.
Aunque no sean palabras del fiscal, Fabra y su Consell aceptaron el chantaje de una empresa en quiebra (si desaparecemos no habrá carrera y entonces pagaréis el canon a Ecclestone con sus indemnizaciones; liberadnos y organizadla vosotros mismos). Consiguió el perdón a cargo de las cuentas de la GV que además aceptó el compromiso adicional de no denunciar las ilegalidades que encontrase tras la compra. ¡La GV prevaricaría si se encontraba algún pufo!
Ya se sabe la doctrina del Consell: «Se apostó por la alternativa que menos quebranto produjese a las arcas públicas. Lo que se intentó evitar fue el perjuicio que hubiese provocado la no celebración de ese gran premio, el impacto económico que hubiera dejado de producirse y también la indemnización que se hubiese tenido que satisfacer». Había otros caminos, tales como recurrir las irregularidades de Johnson o denunciar a Camps y a Ecclestone. Pero ya se sabe que las fieras no se atacan entre ellas. La dignidad importa poco en determinados negocios.
La magistrada tiene trabajo para este enero.
Una calle para recordar esta pesadilla moral.
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