Opinión

Enrique Moltó

Lo malo o lo peor

El año pasado empezó con una serie de interminables perturbaciones que barrían de oeste a este la península y esta situación se prolongó durante todo el invierno y la primavera. De hecho, el mismo día 4 de enero, nos pasó por encima una de las muchas ciclogénesis explosivas de 2014 que, como anécdota, por un fallo en mis tiempos de previsión, me toco padecer a la intemperie, en un acto festivo al aire libre, ante el sarcasmo de mis amigos. Apenas cayeron cuatro litros, pero, con las fuertes ráfagas de viento, que hacían inútiles los paraguas, parecía que se estuviera acabando el mundo. En mi vida he visto las papeleras tan llenas de paraguas destrozados. Estas situaciones zonales, con paso de continuos frentes de este a oeste, al sector mediterráneo solo le traen viento y débiles chubascos, además de temperaturas por encima de las medias. No solo es que no llueva es que, encima, lo poco que cae se deseca a gran velocidad. El final de 2014 y el principio de 2015 han traído otro tipo de situación, igual de poco provechosa en cuanto a precipitaciones, los anticiclones de Azores y de Centroeuropa unidos, en una calma chicha muy aburrida. De todas formas, estos anticiclones traen nieblas, heladas y fuertes oscilaciones térmicas entre el día y la noche. Yo aún no tengo claro que es lo malo y que es lo peor pero, en espera de temporales de levante y de alguna ola de frío un poco más potente que la pasada, creo que algo es algo y que, por lo menos, esta situación anticiclónica mantiene la humedad de los últimos temporales del otoño como no lo haría el viento de poniente.

enrique.molto@ua.es

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