Opinión

Emili Piera

Beber vientos

Unos cincuenta kilómetros después de Utiel, en esa meseta sin nieve y con la parva de los trigos apuntando en la perfecta desnudez de la lomas rojas, oxidadas, hay un gran parque eólico con los molinos dispuestos en frentes de ataque que están como don Quijote dispuestos a beberse los vientos por amor a los quilovatios, nuestra Dulcinea. Los vemos de día: a la luz de la mañana y desde el catafracto del coche, no impresionan gran cosa. Y sería imposible percibir la respiración de plomo de sus aspas. Por el futuro de estos molinos, tan poco candeales, varios grupos energéticos de Alemania, Japón, EE UU y algún país más, han llevado al Estado español a los tribunales: incumplimiento e inseguridad jurídica.

Les prometieron primas a las energías limpias „agua, sol y viento „ y ahora se las retiran porque los grandes del negocio petrolero tienen otros proyectos en los que centrarse: cobrar por el cierre del almacén Castor, el que provocó los pequeños terremotos entre Cataluña y Valencia (es decir, por presentarse como damnificado el que incomodó a la mayoría), o los sondeos en las Baleares y las Canarias, que se harán a la trágala o a la métela, no está claro, pero se harán, opine lo que opine el llamado pueblo soberano. Hay una vieja película de los 80 con Tina Turner de reina bruja de los afterpunk y los mariquitas de cuero „Mad Max y la cúpula del trueno„ en la que nadie es bienvenido si no trae un negocio, otra fuente de energía o un espectáculo sangriento.

A la vuelta de Galicia, sin más nieve que los mugrones blancos del Guadarrama y las pertinaces escarchas del Bierzo que se acumulan en las hondonadas, volvemos a pasar junto a los nuevos molinos de La Mancha, pero ¡qué distintos! Asoma de frente una luna grande y redonda que hizo el pleno la vigilia de Reyes (este año los capricornios estaremos muy elocuentes). Por detrás, un sol también oxidado y vencido, enciende los mástiles y, atrapadas entre dos luces, las aspas, como banderas de oración, repiten un solo mantra vueltas hacia el brasero solar que palpita y palpita.

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