Opinión

Francisco Esquivel

Nuestros intérpretes

De las fiestas estas „casi tan largas como la crisis, aunque aquellas al menos concluyen de verdad„ además de con la manera tan peculiar de Canal Sur de ofrecer las campanadas, televisivamente hablando me quedo con el homenaje a Serrat al alcanzar su carrera los 50 años. Mientras Artur Mas anda dándose cabezazos y mostrándose «atónito y estupefacto» por la actitud de los independentistas que no siguen sus pretensiones, el Nano escogió para el recuento La Primera, aunque ésta se encuentre ahora orquestada por plebe que no es de su cuerda. Pero, aún sin conocer la intrahistoria, su trayectoria delata que el compositor de tantas canciones de nuestra vida quiso compartir esta celebración con todos aquellos que lo han acompañado desde que cogió la guitarra y dejó la Universidad Laboral. A alguien como Mas estoy convencido de que esta elección de no le hizo ni pizca de gracia y, de tenerlo delante, le preguntaría si vio el programa/homenaje, aunque no hace falta para saber la respuesta. En esa cabecita loca, con la estrechez de mentalidad que atesora, no puede caber que una figura natural del Poble Sec acuda a la hija de Lola Flores para aflamencar Mediterráneo y que se haga acompañar de Pablo Alborán para entonar Paraules d´amor en el idioma original bordando el malagueño la interpretación. Para este molt, Serrat ha de ser sospechoso. Alguien a quien en el resto de España y en Latinoamérica reciben como a uno de los suyos, no puede ser de fiar. Pero ahí están ambos. Uno se ha enfrentado a regímenes de todo tipo por cantar Para la libertad y, el otro, no sabe ya ni de quién es porque con los que ahora quiere nunca había ido. Hasta el Barça „que vuelve a ser el que fue„ ha convocado elecciones antes que él. Y a esas no va ir para tener que escuchar a su alrededor eso de Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón.

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