Opinión

Vicente Pérez

La caricatura se hace fuerte

La masacre perpetrada sobre el equipo de periodistas de la revista satírica Charlie Hebdo por criminales fanáticos islámicos nos recuerda que poco o nada ha cambiado desde la condena a muerte mediante un edicto religioso al escritor Salman Rushdie en 1988 por la publicación de su obra «Versos satánicos». Ni el contenido de este libro supuestamente irreverente hacia Mahoma ni las caricaturas sobre el profeta de la revista deben generar un odio tan brutal. El discurso de la libertad de pensamiento y creación chocan con el radicalismo integrista porque no comparten el mismo plano de discusión. Mientras el primero propone formas de ver la vida, éstos imponen la suya con un cuchillo en una mano y un kalashnikov en la otra. Qué pasará por la cabeza de los musulmanes honrados y trabajadores que pueblan el planeta y que viven aún más aterrados que nosotros. Sólo en España hay dos millones y se les tiene que abrir las carnes cada vez que oyen hablar de decapitaciones y asesinatos en nombre de Alá.

El paro, la juventud sin salida, el analfabetismo, el hambre, la codicia, el capitalismo extremo y las guerras interesadas son un caldo de cultivo del que se vale el terror islámico para cometer sus crímenes y ejercer de caciques del miedo. Y eso es también responsabilidad nuestra. Pero atacar como han hecho a un medio de comunicación es muy torpe, porque los países occidentales, ciegos por la abundancia, ya se estaban encargando por sí solos de caricaturizar el papel vertebrador de sus medios. Y ahora, tras la masacre, la caricatura adquiere la importancia que siempre debió tener, por lo que han generado el efecto inverso al pretendido.

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