Opinión
Gregorio Martín
Quita valenciana y española
Somos una autonomía endeudada en el seno de un Estado endeudado. Es preocupante la falta de rigor con el que en la mayoría de ámbitos políticos valencianos se afronta la dimensión de la deuda de la Generalitat Valenciana (GV). Se acaban los debates con frases del cariz: «no hay que exagerar, ni preocuparse demasiado, pues al final el Estado tendrá que hacer una restructuración con una quita y quedarse la deuda de la GV». Lo dicen con la misma contundencia con la que afirman que Grecia no va a poder devolver su deuda y que por tanto la restructuración de la deuda helena es inapelable. No se preguntan por el precio a pagar por los valencianos por una aplicación futura de esta propuesta.
Hay una especie de advocación: «la GV es intocable y el PP de Rajoy no va a dejarla caer». El gobierno ni es omnímodo ni mudo. Con tanto mensaje borroso nos hemos acostumbrado a no oír lo que se dice en sede parlamentaria donde, en toda democracia seria, se debe ser fiel a la verdad. Hace menos de un mes, en el Senado, el ministro de Economía Luis de Guindos dijo que el Gobierno no contempla (una manera de indicar que no puede y que Bruselas lo impide) una reestructuración de la deuda de las Comunidades Autónomas insistiendo que sólo podía estudiar otras vías para mejorar sus costes de financiación. Así, una semana después, la única quita que pudo afrontarse es la de los intereses de lo prestado. Al tiempo la GV cerraba 2014 con una deuda creciente, consecuencia de un déficit que nadie oculta.
Todo el razonamiento que se prodiga en el entorno de los actuales y futuros responsables políticos de la GV, se basa en ignorar su doble condición de valencianos y españoles. A fecha del último día de 2014, incluso los más acérrimos independentistas catalanes, no lo ignoraban. Da un cierto escalofrío que este razonamiento adolescente se repita en todos los partidos, desde el PP, directamente responsable de la situación del colapso financiero de la GV, hasta los que preparan sus programas electorales con el ánimo de dirigirla en pocos meses. En esta relación no cabe incluir a Podemos del que no sabemos cómo va a presentarse a las elecciones, sin que haya ni persona a quien preguntar, ni programa concreto a estudiar. Como decía un comentarista parece que para ellos «la economía no es sino una construcción discursiva más, que puede por ello ser tratada con los recursos intersubjetivos y relacionales que proporciona la política, sobre todo si se accede al poder». Con todo respeto, en democracia la falta de referencias es grave. Resulta difícil imaginar un segundo semestre de 2015, hablando de 35.000 millones de deuda de la GV, con un equipo evanescente, tan desconocido hoy como legítimo a partir de mayo a un lado de la mesa y en el otro a Montoro, como único prestatario para cubrir los servicios básicos de los valencianos. Es puro temor ante posibles irresponsabilidades políticas de cada lado.
Con independencia de quien vaya a negociar en nombre de los valencianos, no es reconfortante la sensación de estar ante una esquizofrenia colectiva. Los partidos a ratos piensan en clave de GV, al siguiente lo tienen que hacer en clave de estado. Todo se reduce a pensar que la deuda de una administración se soluciona obligando a la otra a quedársela, como si el estado no fuéramos nosotros mismos. Siempre acompañando una la liturgia de la lamentación pública. Cuando se dice que en ningún caso el país debe salir del euro, al instante se predica que el mismo estado debe ir en ayuda de Grecia, sin ofrecer estimación alguna, aunque indignándose al proclamar la perversión de los alemanes por no asumir no se sabe bien, qué responsabilidades.
Nadie explica que perdonar la deuda a la GV significa endosársela al Reino de España. El FLA sólo es un intermediario entre los que prestan y aquello que necesita la GV para sobrevivir. Parece ignorarse que no debemos a Montoro, sino a entes extranjeros. En nuestro caso la restructuración es un juego de suma cero. En realidad aquellos que prefieren que GV reduzca su deuda a costa del Estado están diciendo, de hecho, que optan más por la sanidad y la educación que por la continuidad del cobro de las pensiones, del paro y de otras obligaciones del gobierno central y en caso de preferir al estado la opción sería la contraria. Mejor no sigamos con este tipo de elucubraciones. Llevamos muchos meses en los que el prestatario de la GV es exclusivamente el Reino de España, lo que equivale a afirmar que discutir estas cosas es un acto inútil por llamativo que resulte en el debate de unas elecciones autonómicas.
No comparemos el efecto de esta restructuración con la de una «quita» griega. Si la operación helénica tuviera lugar, los beneficios a los que seguramente tienen derecho los griegos, caerían sobre los hombros de inversores que deberán asumir el fallo de sus inversiones y de los Estados, que como el nuestro, solidariamente les han prestado a través de la «troika». Para los griegos no es un juego de suma cero, sin embargo sí lo es en la suspirada restructuración de la deuda autonómica.
Autocrítica y actitudes prelectorales suelen ser incompatibles, sin embargo necesitamos conocer y analizar algo más que el último chismorreo partidista o la pureza de sangre de las izquierdas o de centrismo. De hecho el vocablo «derechas» hace tiempo que esta borrado de cualquier eslogan, aunque no lo esté de la práctica política. Vivimos en una Comunitat que arrastra demasiadas miserias morales y excesos de personajes corruptos para pensar que los grupos políticos pueden ir a unas elecciones sin algún tipo de autocrítica o sin ninguna idea que supere el «buenismo» de toda asamblea. Obviamente esta reclamación no puede tener la misma profundidad y nivel de exigencia para quien lleva lustros al frente de la GV que la exigible a quienes han estado en la oposición o en la «asamblea de indignados». Las elecciones son para decidir el futuro y el PP, que tiene el legítimo derecho a aspirar a seguir gobernando, no puede seguir haciéndose el autista, como si Camps, Zaplana, Blasco, Fabra y tantos otros nunca hubieran existido. ¡Existieron, gobernaron la GV con ineficiencias que llegan a la corrupción que es noticia cotidiana! El voto no puede ocultar un pasado sin autocrítica.
La clase política en su conjunto no debe ir a unas elecciones sin afrontar una reestructuración de la deuda. En la situación actual esta carencia programática puede invalidar democráticamente a quien vaya a encargarse del Consell.
Suscríbete para seguir leyendo
- PP y Vox tapan las ventanas de las oficinas de Compromís en las Corts para ocultar carteles de 'Mazón dimisión
- El voto del malestar coge forma: pueblos de la dana comienzan a poner en marcha partidos independientes
- Un técnico declara que Mazón podría haber decretado la emergencia catastrófica y asumir el mando el 29-O
- Mazón niega que pudiera decretar la emergencia catastrófica e invita al mando de Emergencias a 'repasarse la ley
- Sanidad no pagará a las farmacias este mes y culpa al Gobierno de la falta de liquidez por el dinero del FLA
- La UCO concluye que los socialistas Rafael Rubio y José Luis Vera cobraron comisiones por la 'operación colegios' que impulsó Alfonso Grau
- Un hombre intenta raptar a una niña de siete años en Zamora: 'Ven, que te doy una gominola
- Los arrastres de la dana cubren con hasta 1,30 m de lodo el yacimiento subacuático con restos romanos