Opinión

Miguel de la Guardia

Seminario de innovación

Nuestros políticos y gestores se llenan la boca con el término emprendedores, si bien no hacen demasiado para potenciar la creación de empresas entre nuestros jóvenes y parados y se limitan a sugerir que se den de alta como autónomos para luego contratarlos por cuenta ajena con derechos mermados. No pretendo ponerme ácido y me gustaría que estas líneas tuvieran un enfoque positivo, pues creo en la innovación como motor del desarrollo económico de país y personal de los emprendedores.

En estos tres últimos años he organizado con los estudiantes de todas mis asignaturas un seminario de innovación y he podido constatar que nuestros universitarios ignoran el sentido real de la innovación y la confunden con investigación. De poco sirve que hayamos destacado el esfuerzo para convertir conocimiento en producto interior bruto añadiendo a las siglas de investigación y desarrollo la i de innovación (I+D+i). En estas circunstancias, el primer objetivo del seminario es que mis alumnos tomen conciencia de que lo que están estudiando también sirve para ganar dinero y eso, lo confieso, ya me parece mucho.

El seminario de innovación consume dos horas lectivas, la primera para definir el marco conceptual y presentar algunas ideas de negocio en el corto y medio plazo y la segunda para la exposición, por parte de los estudiantes, de los proyectos surgidos de ellos y filtrados en las tutorías. Algunos de los proyectos presentados en la asignatura de Análisis Químico del grado de Farmacia inciden en la fidelización de los clientes de la oficina de farmacia a través de la elaboración de paquetes de los medicamentos consumidos regularmente por sus clientes, el marcado de la posología en los envases, la adición de colores a los medicamentos para favorecer su identificación, el uso de tablets, para facilitar la relación farmacéutico-paciente-medicamento, la adopción de ensayos en tiras reactivas para el diagnóstico rápido de enfermedades o del consumo de drogas, el desarrollo de máquinas de venta que operen en conexión con la tarjeta sanitaria o el uso de clasificadores que permitan controlar la posología. Este año ha sido el de las aplicaciones para móviles que faciliten el acceso a los medicamentos.

Una de las satisfacciones de esta experiencia fue la visita de Pepe Soriano, que habló a los estudiantes de financiación de proyectos innovadores a través de la banca cooperativa y vino a reconocer que experiencias como ésta suponían un auténtico cambio en la universidad que él conocía.

Como pueden ver, las ideas desarrolladas son aparentemente simples y permitirían obtener ventajas económicas con una pequeña inversión y, lo más importante, ponen al estudiante ante la tesitura de crear riqueza a partir de su conocimiento. Lo que será de gran utilidad para amueblar su cabeza de cara al mercado laboral pues parte de la obligación de un profesor es pensar en el futuro profesional de sus estudiante. Además, la experiencia demuestra que no son necesarios organismos específicos ni consejos asesores para potenciar la innovación.

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