Opinión

Antonio Vergara

Aulas en huelga

La noticia ya es conocida y ha sobrecogido a los adolescentes de 20 años, porque, según los últimos estudios, la adolescencia se ha alargado a esta edad o algún año más. Antes se iniciaba a los 10 ó 12 años y finalizaba a los 20-22 años. Después venía la edad adulta. Y los alumnos adultos de verdad consideran que la sentencia del Supremo es una discriminación.

En efecto, el Tribunal Supremo ha fallado que los alumnos comprendidos entre los 14 y 17 años, podrán hacer huelga sin el permiso de sus padres ni de los sindicatos adultos de clase, valga la analogía porque las huelgas se decidirán en la clase.

Si actualmente los técnicos en la materia (psicólogos, pedagogos, filósofos, profesores, psiquiatras, médicos de cabecera e inclusive la Guardia Civil) consideran que los jóvenes se comportan como adolescentes hasta los 23-24 años, por una deducción lógica y dialéctica, los alumnos de 14, 15, 16, y 17 años, con derecho a huelga según el Supremo, son niños.

¿Está suficientemente maduro un niño de 2015 para organizarse como «sindicato de clase», convocar una huelga y no ir a clase? ¿Ha leído a los clásicos del sindicalismo de clase? ¿Conoce la historia de los movimientos huelguísticos? ¿Sabe que bajo la dictadura de Franco la huelga estaba prohibida, para todo el mundo (niños incluidos) y penada con años de cárcel? ¿Sabe quién fue El Generalísimo?

En vez de comprarse un polo de limón, chocolate o vainilla, estudiar, atender a las lecciones de los profesores, respetarlos y no mentir a sus padres por sus deficientes evaluaciones o notas, ahora, además, podrán hacer huelga porque hace calor en verano y frío en invierno: abrigaos niños (y niñas), se anuncia una ola de frío polar.

El Supremo se ha limitado a ratificar este derecho de huelga infantil apoyándose en la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), aprobada por el Gobierno de Felipe González en julio de 1985 y acabada de rematar por el ínclito J. L. Rodríguez Zapatero con la LOE (Ley Orgánica de Educación: mayo de 2006).

Como los niños y niñas, sujetos de la sentencia, tienen que formarse, al objeto de que la «huelga de clase» no sea un pretexto para hacer lo que antiguamente se llamaba novillos (quedarse durmiendo en la cama, ir a jugar al futbolín o pasear por los Jardines del Real (Viveros) para ver a dos o tres pavos reales), deben leer Historia de las clases trabajadoras, de Fernando Garrido (1870-1883), Los conceptos fundamentales del materialismo histórico, de la chilena y asesora de Hugo Chávez, Marta Harnecker, o ¿Para qué sirve un sindicato? Instrucciones de uso, de Antonio Baylos, muy recomendable, por su didactismo, para los alumnos de 14 a 17 años que sólo leen las aplicaciones del WhatsApp y envían y reciben trascendentales mensajitos.

Como cualquier sindicato de clase, estos niños y niñas deben elaborar ya unos estatutos, elegir a la comisión ejecutiva federal, cotizar para su supervivencia, fijar sus objetivos y diseñar unas siglas. Esto último es muy fácil y gratuito, dado el sinnúmero de artistas plásticos y «grafiteros» que hay en esta tierra. El artista de una falla infantil „con conciencia de clase, desde luego„ podría ocuparse de modelar el logotipo, y gratuitamente.

En cuanto a los fines y propósitos, les sugiero el lema del sindicato SOMA-FITAC-UGT de Asturias (se fundó después de la Revolución Minera de Asturias de 1934): «Aplicar el binomio negociación-presión». Pero sin violencia física ni vandalismo: quemar contenedores, camisetas con la foto de Julio Iglesias, interrumpir el tráfico rodado de coches, bicicletas, motos, peatones y perros, o lanzar bombas fétidas en los colegios.

Finalmente, cada aula deberá elegir rápidamente a un delegado que la represente por su sedimento sindicalista de clase y que, asimismo, posea el WhatsApp de última generación con las aplicaciones que faciliten la comunicación con los «comité de huelga infantil» y emita el último disco de «rock alternativo» del grupo Wilco.

A los progenitores con niños de 14 a 17 años se les ha agregado una nueva responsabilidad y preocupación. Me solidarizo con ellos.

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