Opinión

Cipriano Torres

Una de espadachines

Espada va, espada viene, capa por aquí, capa por allí, chimpampún, track, clic, boom, pack, ratatatá „¿es así como le gustan las onomatopeyas al macho académico?„. Digo yo que si hay que matar, se mata, pero matar por ná, matar por quítame de ahí a esas putas, pues resulta cansino. Sobre todo si es todo el rato. La gente del XVII es que era la leche. No volvían a casa si no habían rebanado un par de pescuezos, o habían llevado al rey Felipe IV a la mancebía. Pero no a una mancebía cualquiera, qué disparate. Al rey se lleva a la mancebía que tres siglos después vimos en Abierto hasta el amanecer, cuyo guión firmó un tal Quentin Tarantino, esa en la que Salma Hayek se pasa por la felpa una bicha blanca del tamaño de la alegría que el cielo nos tiene reservado durante este año con el nombramiento de Carlos Floriano como responsable de campaña del PP. Los españoles huelen a garlic, decía un inglés. ¿A ajo?, se cerciora otro compatriota que llega a la Villa de Madrid con el duque de Buckingham, William Miller, en su papel de alcahuete para negociar con el valido del rey español, el conde-duque de Olivares, el casorio del príncipe de Gales con la infanta María Ana de Austria. ¿A quién le recuerda, caro lector, el que los españoles olamos a ajo? Así es. A otra inglesa nacida, también, tres siglos después, a doña Victoria Beckham. No hay duda. España huele a ajo. Y a Don Limpio. Qué Madrid más pulcro, cojones, dirá el macho autor de los dartañanes castizos. O Don Limpio, o que la Ana Botella de entonces se volviera loca y mandara limpiar las calles hasta dejarlas como su despacho, sin gota de polvo. Pero si hasta da gusto ver los mercadillos, con sus zanahorias recién lavadas, sus tomates brillantes, sus pescados recién traídos en avión del Cantábrico, de un frescor que cruza la pantalla. Ay, ay, y qué me dicen de los edificios, recién hechos, me cago en dios, dirá el académico fuera de sí, ¿o es que no veis los pegotes de cartón piedra, copón?, que aquí podemos decir eso, que aún no ha llegado el Estado Islámico.

Boñigas de luxe. Si a estas alturas sabe de qué hablo es que vio el estreno de Las aventuras del capitán Alatriste con el que Telecinco pensaba darle matarile a otra noche de Antena 3 sin echar mano de Gran Marrano VIP o cualquier otra gilipollez al uso. Y si no, mejor. Vea Águila roja, es menos pretenciosa, menos solemne, y estamos acostumbrados a los saltos de David Janer, a las tetas de Miriam Gallego, la marquesa liviana, que no tiene boas que le calienten el chichi pero sabe aprovechar del semejante todo lo que le cuelga, y al cartón piedra de una serie que no vino a darnos lecciones de Historia sino a echar unas risas. ¿Qué ha dicho a estas alturas el académico, que vendió sus cuentos a la productora? Que menos mal que no han hecho un Águila roja de su espadachín a sueldo. Pues qué putada para la serie. Si lo hubieran hecho, quizá lo hubieran petado. Yo digo como la señora de mi pueblo dijo al cabo de los años, cuando el agua ya había llegado a las casas y se construyeron cuartos de baño. Gracias a dios, decía la paisana, el cuarto de baño no lo hemos usado porque todavía no nos ha hecho falta. Pues igual. Gracias a dios no me ha hecho falta leer ni un solo libro de Alatriste. El resto de los del académico, salvo alguna cosilla, se me cayó de las manos, así que tuve suficiente. Los espadachines de hoy baten duelos en otro Madrid, yo creo que más sucio y pestoso que el del siglo XVII, que el académico me corrija. Los vemos sin salir de Telecinco, eterna cloaca. No sé cómo tendrás la polla, pero los cojones los tienes como el Espartero, le suelta Kiko Hernández a un tal Alberto Isla, que a su vez se casó con una tal Techi, que fue preñada por el mentado espadachín, que puso de punta sus orejas de burro en cuanto advirtió como un cumplido que tenía la polla más grande que los cojones o al revés, espadachín que también preñó a una tal Chabelita Pantoja, o Isabel II, que a su vez lo mandó a la mierda. Fin de la historia. Ahí los dejo, con la palabra en la boca y la espada en alto, tiesa, chorreando boñigas de luxe.

No tan amigas. Como me voy quedando sin espacio, el que queda se lo quiero dedicar a los alatristes de La 1, que se la desenvainan por la libertad en cuanto ven que corre peligro. A veces se lo toman tan serio que se hacen la picha un lío, y en el ardor guerrero de la espada fuera, coño, que le cortan la cabeza a Loles León. La actriz, y además catalana, formaba parte de la tertulia Amigas y conocidas, que la televisión pública tiene a bien emitir cada día después del magacín de Mariló Montero. Coordina la tertulia Inés Ballester, y lo hacía como ella es en televisión, suave de formas, sin acritud, sin subir la voz, educada y elegante, quizá demasiado monjil. Un día, cuando RTVE despidió a trabajadores de la corporación, Loles León se presentó a la tertulia luciendo un lazo naranja, símbolo de la protesta por esos despidos. Huy, Loles, prepárate. Eso fue en el mes de diciembre, antes de las vacaciones. Ahora, con el programa en marcha, a Loles no la han llamado. Y no le han dicho por qué. Yo estoy seguro de que no es por el lacito naranja. Recuérdese que TVE dijo «Je suis Charlie», como mostró Ana Blanco en el Telediario, es decir, que la tele pública cree en la libertad de expresión, derecho que se defiende incluso teniendo en frente a terroristas analfabetos que actúan al margen del islam. ¿O TVE defiende la libertad de expresión con un ojo y con el otro se abraza a la ley mordaza para impedirla? Menudo galimatías tienen los espadachines de la tele pública con conceptos tan de parvulario como la libertad. Como Las aventuras del capitán Alatriste, que ni por Aitor Luna creo que volveré a ver, Amigas y conocidas no es Al rojo vivo ni Las mañanas de Cuatro, pero ni una de sus colegas ha dicho nada, ha mostrado su solidaridad con Loles, aunque estoy seguro de que, como amantes de la libertad de expresión, las espadachinas de La 1 han dicho que ellas también son Charlie Hebdo.

Buena televisión

Esta semana se han estrenado dos programas „lo de «Gran Hermano VIP» es mejor no moverlo, que apesta„ que unieron calidad y éxito. La serie «Víctor Ros», en La 1, es un producto que se ve con gusto „Carles Francino es el detective„. Y «En tierra hostil», en Antena 3, que dedicó su estreno a las minas de coltán en Congo, es un trabajo de excelente reporterismo „la privada haciendo televisión pública„. Volveremos a ellos.

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