Opinión

Matías Vallés

La mejor es "Descifrando Enigma", falta "Perdida"

La buena noticia es la alta densidad del cine de Oscar, con un ramillete de películas que enfurecerían a un islamista. Han quedado desterradas las mamarrachadas como Slumdog millionaire o La vida de Pi. La mala noticia es el auge de productos pretenciosos, el riesgo inevitable cuando se apuesta por la calidad. Por ejemplo, el papanatismo de la profesión cinematográfica y teatral ante Birdman, rebosante de diálogos de falsa erudición y con la aspiración de Iñárritu de rodar una película en que se suiciden todos los personajes. Quizás de aburrimiento.

Sé que en diciembre colocaré a Birdman como una de las peores citas de 2015. Solo Emma Stone preciosa merece la estatuilla, si acaso en compañía de Edward Norton. Y sobre todo, me duele la sobrevaloración de El gran hotel Budapest, una mascarada sosa que agravia al Stefan Zweig a quien pretende homenajear. Tuve el honor de situarla entre las peores producciones del año pasado, y nos obliga a renovar los votos de no asistir jamás a la proyección de un título firmado por alguien apellidado Anderson.

Birdman y Budapest parten de la convicción de que los escasos cinéfilos supervivientes han de purgar su vicio. Guerra y paz son dos novelas indiscutibles, pero no podemos condenar a quien desee algo más ligero para llevarse a la isla desierta de la cultura contemporánea. Por no hablar de la dieta para un viernes noche. Esta excusa sustenta mi problema con Boyhood. Me siento feliz de haberla visto, pero con la satisfacción que experimenté al remontar mi primer Lévi-Strauss. Una prueba superada, no un placer. Y el Oscar que el padre Ethan Hawke merece antes que la anodina madre Patricia Arquette, en este titánico esfuerzo antropológico por abarcar doce años en la vida de una familia. Una película que se estudiará en las universidades.

Descifrando Enigma es el mejor título entre los estrenados, gracias a la portentosa interpretación de Benedict Cumberbatch. Y Perdida debería estar en el octeto de partida sin limitarse a la nominación de la excelsa Rosamund Pike, la nueva mujer Hitchcock. Para que lo entiendan hasta los tolerantes y los secuaces de los asesinos de Charlie Hebdo, cultura occidental significa que compitan en una misma categoría la piadosa Ida y la gamberra Relatos salvajes, que debe ganar el premio extranjero. Dicho sea sin pecar de islamofobia.

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