Opinión

Alberto Cano

Draghi saca su arsenal

Tras años de suplicárselo, la mayoría de economistas, opinión publicada y grandes empresas bursátiles celebraron el jueves que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, se añadiera a la fiesta desplegada por los bancos centrales desde el comienzo de la crisis: su anuncio de inundar la eurozona con un billón de euros, hasta septiembre de 2016, fue recibido con alborozo (con el objetivo de que «fluya el crédito» y se «anime la inflación»).

El problema es que las dudas sobre la efectividad de la medida (la última de envergadura que queda) son elevadas. En referencia al crédito, no se pueden esperar grandes logros: los bancos son el canal principal para filtrar el dinero a la economía en Europa (en proporciones superiores al 90 %, en el caso español), cosa que no sucede en EE UU (donde la bancarización no llega al 50 %). Por tanto, es probable que el flujo impulsado por Draghi se quede en dichas entidades, repletas de liquidez€ pero reacias a prestar ante la falta de demanda solvente, el alto endeudamiento y las presiones regulatorias para reforzar sus niveles de capitalización.

A la vista de la experiencia en otros países (como EE UU, Reino Unido o Japón), tampoco se logrará la ansiada inflación (que sirva para diluir la deuda de agentes públicos y privados). Fijémonos en España: ocho años después del inicio de la crisis, el endeudamiento total es superior al 315 % del PIB, sin grandes variaciones. Mientras no baje la deuda o se crezca más es difícil que mejore el consumo.

Pero no se preocupen: a finales del 16, cuando se vea que no llega la inflación, los portavoces habituales dirán que «no se ha hecho bastante» y Draghi imprimirá más euros€ hasta que los inversores vean que la inyección monetaria empieza a tener los mismos efectos que la heroína para el drogadicto (cada vez necesitado de más dosis para lograr rendimientos decrecientes).

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