Opinión

Xavier Latorre

Tic, tac

Se ha abierto la veda. Pablo Iglesias ha puesto el reloj a cero. Grecia y Andalucía han dado el pistoletazo de salida del calendario electoral. Al gremio periodístico le van a llover nuevos suministros dialécticos, quizá demasiados. Declaraciones y desmentidos por un tubo desbordarán las redacciones. Cualquier desliz verbal de Bárcenas o del pequeño Nicolás se presta a retorcidas interpretaciones propias del CNI o de la TIA de Mortadelo. Ahora, los fines de semana, además de fútbol, hay mitin, convención o cualquier otro evento político capaz de atraer a las cámaras de televisión y ocupar, a ser posible, una porción de portada dominical.

Los líderes espirituales de los partidos realizan giras pastorales por toda la geografía española invocando a Grecia para bien o para mal, analizando la decisión de la presidenta andaluza, Susana Díaz, o cuestionando la euforia económica desatada por el estadista Mariano Rajoy. En adelante, los partidos políticos exprimirán hasta la última gota de tinta del periodista. Se convierten en agencias de viajes: planifican sus viajes, les buscan alojamiento, les ofrecen señal vía satélite y disponen para ellos palcos especiales para seguir en vivo sus actuaciones estelares.

Nuestra clase política se vuelve empalagosamente gentil. Se presta a cualquier capricho empresarial de los medios. Puedes pedirles que se disfracen con un túnica romana en la puerta de su sede para hacerles una foto sin rechistar. Puedes hacer cuanto se te antoje con ellos: subirlos en barca, llevarlos de rebajas, visitar una bodega, mantener discusiones con parados desesperados o con amas de casa de barrio malcaradas. Ahora son presa fácil; luego, en cuanto pasen los comicios, habrá que volver a la rutina, a la pantalla de plasma en el recibidor de un hotel.

Comienzan, pues, las rebajas electorales. Los periodistas y, sobre todo, los políticos de turno están ya completamente poseídos, a merced de las primarias, de los sondeos, del programa, de la precampaña, de los debates y de la caza y captura de indecisos. En los partidos se ha firmado una tregua provisional entre los distintos cabecillas. El soberanismo catalán, ahora, ¡pobrecitos!, vende menos en el mercado editorial. La sanción por la expulsión de Cristiano Ronaldo no es ni de lejos ya el centro del debate ciudadano. Podemos ha puesto el cronómetro en marcha. Tic, tac.

Cuando el tsunami electoral se desvanezca, los periodistas deberán buscarse la vida. Quizá encuentren acomodo en la sección de Tribunales donde puede haber algún titular sabroso que rascar: algunos políticos corruptos se sentarán en el banquillo de los acusados para resumirnos legislaturas pasadas. Muchos colegas periodistas pasarán la resaca postelectoral en la cantina de los juzgados valencianos. Este año promete lo suyo.

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