Opinión

Francisco Esquivel

El traqueteo

Anteanoche, Pedro Sánchez llamó en Valencia a una regeneración social y política al estilo de la que lideró Felipe. A alguien del partido tendrá que agarrarse el hombre y qué mejor que hacerlo al jarrón chino antes de terminar a este ritmo bebiéndose el agua del florero. Entre las ocurrencias de Zapatero, la casta y Susana no es extraño que el secretario general del pesoe desafíe a los elementos subiendo de la mano de Jesús Calleja el Peñón de Ifach. Lo meritorio es que baje.

El esforzado escalador va a meterse por el cuerpo tres visitas en dos semanas a la capital del Regne, donde también asistió a la presentación de Joan Calabuig como opositor a la vara de Rita. Necesitado de apoyos, parece obvio que, con lo que la Comunitat ha venido irradiando, se haya convertido en un imán para que las formaciones aspirantes fijen en ella sus anhelos dado lo que electoralmente pesa. Ximo Puig, que tampoco anda sobrado de calorcito interno, ha aprovechado para recalcar que «Sánchez ha venido más en 100 días que Rajoy en la legislatura» y las hordas de Floriano han debido captarlo porque Montoro, que lleva tiempo siendo objeto de deseo fabril, parece tener ya fecha para la visita. A este paso no vamos a caber todos.

Por Alicante ciudad andan algo más anchos. Porque, cuando tenía cita, Sánchez dijo que se había puesto malo y luego ha preferido ni asomarse, sabedor de que lo único que le hace falta son ciertas compañías. También es verdad que con Pepe Bono tiene para distraerse todo el día. Tras poner su casa a disposición de Pablo Iglesias y de Zapatero para que departieran amigablemente, el otrora virrey manchego soltó aquello de «quien quiera ver deslealtad es que tiene la mente poco limpia». Si bicho siempre ha sido, madre mía ocioso. Sánchez andará mosca pero, si se pone, Bono es capaz hasta de dinamitar Podemos.

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