Al menos dos conocidos casi amigos embarcaron el viernes rumbo a Grecia para vivir en primera persona lo que presumían iba a ser un domingo para la historia, la gran victoria de la izquierda radical sobre el capital, Merkel, la troika y una lista inacabable de sátrapas y opresores. Era un viaje hacia un nuevo amanecer, que ha resultado con unos tintes preocupantes de dorado. En vano intentó uno convencerles de que casi todos los días tienen algo de históricos, y que nada nuevo hay bajo el sol, que escribía Thomas Mann. Detrás de una gran victoria electoral llegará otra, y después otra, del mismo signo o de distinto.
Viene esto a cuento de que desde que se supo que el nuevo gobierno de Alexis Tsipras está compuesto por diez varones y ninguna mujer, los dos amigos no han dicho ni mu sobre Grecia en sus blogs (que son muy de blogs). El líder de la izquierda radical griega, con quien se han fotografiado durante el fin de semana en Atenas unos sonrientes Mónica Oltra, Cayo Lara y Pablo Iglesias, no ha encontrado en todo su país una sola mujer con capacidad y conocimientos para nombrarla ministra. Pero es que hay quien está dispuesto a defender que el sexo no importa, que lo que se debe tener en cuenta es la formación, la capacidad... ¡Y un cuerno! Los músculos que no se ejercitan se atrofian. Tsipras y Syriza, con su gobierno varonil, han echado un gran jarro de agua fría sobre su imagen y sobre las esperanzas que muchos habían depositado en su «cruzada». Los gestos en política son importantes. Y antes casi que el programa de actuaciones del nuevo gobierno griego, se ha puesto de manifiesto lo que respeta su presidente a la mitad de la población de su país, de Europa y del mundo entero. De un plumazo, la cúpula dirigente griega ha vuelto al Ágora, aquel en el que no entraban las mujeres si no se disfrazaban de hombres. Ulises a la guerra de Troya, y Penélope a tejer y destejer su tapiz mientras espera a su esposo.
