Opinión

Pepe Sastre

País de tertulianos

Fantástica la definición que el genial guionista Rafael Azcona escribía en La Codorniz en 1956, sin referirse ni siquiera a la televisión: «Una de las cosas que más le aburren al español es estar de acuerdo con el prójimo

Fantástica la definición que el genial guionista Rafael Azcona escribía en La Codorniz en 1956, sin referirse ni siquiera a la televisión: «Una de las cosas que más le aburren al español es estar de acuerdo con el prójimo. Por eso ha sido capaz de crear eso que se llama entre nosotros ´la tertulia´ y que consiste en que unos cuantos señores se pasen la tarde discutiendo de cosas que no les importan: el caso es discutir€ Discutir, discutirlo todo. Y si es a gritos, mejor». Palabra de Azcona. ¿Cómo no van a triunfar en pantalla determinados griteríos? El último debate sosegado y constructivo que recuerdo lo moderaba Iker Jiménez en Cuarto milenio.

La denominada tertulia ha derivado en género televisivo, a programa completo o como parte de un espectáculo mayor. Respecto a otros formatos, tiene la impagable ventaja de ser barato y poder alargarse, lo que le ha dado muchos días de gloria. Sirve para hablar y gritar de fútbol, de política, del corazón o de las vísceras. En esta tierra todo futbolero lleva dentro un seleccionador nacional y cualquier tuitero, un opinador profesional. Solo estamos esperando a que nos descubran.

Y entre tanto tertuliano de oficio, tiene gracia que los últimos descubrimientos de Telecinco sean Sonia Castedo y Florentino de la Florence, quien reconoce la simpleza de todo esto. El joven, de apariencia andrógina y formas educadas, triunfó desde el primer minuto en el debate de Gran Hermano VIP y ahora se sienta en la mitad de los programas de Mediaset. Tuvo que explicarle al presentador Jordi González que acude a su debate porque es muy fácil: solo es ver la tele y opinar. Y tiene razón. Diga lo que diga la EPA, aquí lo difícil es trabajar.

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