Para este año 2015 se anuncian elecciones a los distintos niveles: municipales, autonómicas, generales€ Y, como es lógico y con todo derecho, los diferentes partidos y grupos políticos preparan sus campañas de publicidad que legítimamente pueden y deben llevar a cabo para convencer a la clientela.

Pero no olvidemos que esas campañas son eso, publicidad, y que como tal tienen que respetar unas normas publicitarias que en el mercado son respetadas por otros sectores. Porque la publicidad debe estar encaminada a resaltar las posibilidades de quien la promueve, sin molestar a los demás; es decir, dar a conocer sus virtudes y ventajas, pero sin atacar a otros.

Pensemos que una marca de automóviles lanza una campaña en medios informativos. Naturalmente, explicará sus ventajas, sus posibilidades, sus ofertas; pero nunca buscará en dicho lanzamiento los defectos que tengan o quieran decir que tienen otras marcas. O un supermercado comunicará en su campaña las ofertas que hace, los descuentos, las facilidades; nunca dirá que el de enfrente no hace lo mismo.

Pero en las campañas electorales no se respeta esa ética publicitaria. Vemos que cualquier partido lanza improperios contra el oponente o contra los demás. ¿Por qué no se limitan a mostrar sus virtudes, en vez de rebuscar „e incluso inventarse„ defectos de los demás?

Seamos serios. Oigamos lo que nos dice cada partido, ver si nos convence, pero que de los demás sean ellos los que se autoalaben; que no se destruyan entre sí. Porque, si escuchamos a unos y a otros, resultará que todos tienen defectos, pero nadie expone proyectos y virtudes. Es la campaña del no del otro y del sí del que se pronuncia. De manera que si escuchamos y hacemos caso a todos, resultará que todos son nefastos; porque lo