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Matías Vallés

Rajoy acabará con el paro sin moverse

Se ha criticado a Rajoy por sus omisiones en el debate del estado de la mitad de la nación, dado que la otra media no se halla representada todavía en el Congreso. Sin embargo, las afirmaciones presidenciales superan en gravedad a sus episodios de amnesia. En concreto, la creación de tres millones de empleos constituye una fabulación con escasos precedentes en la tribuna de oradores. Ni siquiera refugió esta fantasía en la intervención divina rescatada por Wert como inspiración del Boletín Oficial del Estado. El jefe de Gobierno basó la epifanía de puestos de trabajo en un indudable motor económico, «la perseverancia». Creacionismo laboral, sin duda.

En la jerga de Rajoy, la «perseverancia» milagrosa que enarboló se traduce por pasividad, una cualidad que hasta sus defensores más caracterizados celebran como su mayor virtud. Parado, acabará con el paro. En el sufrido lenguaje ciudadano, el PP considera que las clases medias todavía pueden estrecharse más, para acomodar a otros millones de empleados que se repartan una discreta masa salarial. Esta compresión mejorará los rendimientos económicos de la clase favorecida por el presidente del Gobierno y por Andrea Fabra. De momento, la indeterminada «perseverancia» ha conseguido que la mitad de los electores pretenda votar a partidos no representados actualmente en el Congreso. Entre los logros innegables de Rajoy figura la desbandada de «los españoles que han aceptado sacrificios que eran inevitables». Si estos presagios adquieren reflejo electoral, el jefe del Ejecutivo no solo habrá sido nocivo para su formación, sino para el entramado político en su conjunto.

Se puede llegar lejos sin moverse, la jaculatoria de Rajoy. Al menos, lee las encuestas que lo han consagrado como el presidente peor valorado de la democracia a estas alturas de su mandato. En los sondeos ha aprendido que perderá las elecciones si solo le votan quienes piensan que la situación ha mejorado o se halla en vías de prosperar. Para seducir a los pesimistas, durante el debate declinó todas las variantes de la palabra miedo. Invirtió más tiempo en satanizar a Podemos sin nombrarlo que en abordar la corrupción rampante del PP. El presidente del Gobierno asusta mejor que sugiere, de ahí el fracaso de inventar un país de las maravillas en el 150 aniversario del libro de Lewis Carroll.

Si el objetivo es ilusionar a un contingente apreciable de la opinión pública, la derecha debe replantearse a su candidato. Rajoy basó su discurso en un memorándum de las desgracias que no han ocurrido bajo su mandato, de nuevo la contabilidad virtual. En efecto, las pérdidas podrían haber sido superiores, un magro consuelo cuando se bordea la bancarrota de una deuda del grosor del PIB, por citar otra omisión en el balance anual. El presidente del Gobierno tiene derecho a sus opiniones, pero muestra una peligrosa tendencia a distorsionar los hechos que no le pertenecen. Por ejemplo, en el estribillo «hemos evitado un rescate», coreado por la vicepresidenta tras la intervención inaugural de su jefe de filas.

Pedro Sánchez ya rescató a Rajoy de su negación con ayuda de titulares periodísticos, pero el presidente del Gobierno no confía en la prensa española. Procede por tanto una breve recopilación de la prensa anglosajona mayoritariamente de derechas. La agencia Reuters señaló que «España recibe los fondos europeos de rescate bancario», el Wall Street Journal indicó que «la UE da luz verde al rescate bancario español», el Financial Times aclaraba que «el jefe del fondo de rescate de la UE dijo que la ayuda sería pagada al fondo de rescate bancario de España», The Guardian recordaba que «la eurozona rescata los bancos españoles fracasados a cambio de recortes brutales» y la BBC apuntaba que «Rajoy saluda el rescate bancario como una victoria del euro». Por tanto, España no ha sido rescatada.

Al ser sorprendido ocultando un rescate planetariamente aceptado como tal, Rajoy reaccionó con las evasivas que puso en práctica para desligarse de su tesorero Bárcenas. No pidió disculpas, pero tampoco volvió a presumir de haber evitado un salvavidas bancario de decenas de miles de millones de euros. Para el presidente del Gobierno siempre hay un día más, pero mañana le aguarda un Pablo Iglesias que esta misma semana lo ha derrotado en la audiencia del inapelable informativo de Pedro Piqueras en Tele 5.

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