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Los niños, niños son

Ya conté hace algunas columnas mi faceta de chica PANK (Professional Aunt No Kids, o lo que es lo mismo, tía caldosa sin hijos). Disfruto llevando a mis sobrinos de aquí para allá y consintiéndoles todo lo que en su casa está radicalmente prohibido, „¿si no lo hago yo, quién?„. Este fin de semana hemos llevado un polizón pegado a nosotros así como que tropecientas horas, mi sobrino David. Su sonrisa cuando hace cosas que le gustan es capaz de mover el mundo. Ese mundo tan peculiar de un niño de 4 años. Al verle sobre su patinete nuevo me contagio de su felicidad extrema. 0 preocupaciones e infinitas ganas de jugar sin parar. De manera automática pienso en los niños de Levántate, programa con el me quedé frita hace un par de noches.

Si hay algo que me guste menos que un programa de cantar es un programa con niños prodigio como protagonistas. Es una de las razones por las que nunca les he hablado de Master Chef Junior o La Voz Kids. Simplemente me ponen enferma. Pienso en la competitividad a la que me enfrento de manera diaria en el trabajo, en lo duro que es el mundo de la tele, en audiencias, protagonismos e índices de popularidad.

Pienso en cómo puede dañar la superficialidad de los platós a quienes magnifican lo bueno y lo malo a través de los ojos de la infancia. Pienso en todos esos programas que entretienen con los que deberían estar entreteniéndose, y ya les digo, me pongo enferma. Y como ya suponía, la moda de los niños concursando en platós de televisión va para rato?

Ante tal panorama sepa usted que una servidora seguirá cambiando de canal, aunque solo sea por mi condición de PANK.

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