A la sombra del rey Jaume I, en el club variopinto que lleva su nombre, con el exministro Vicent Albero como anfitrión, el president Alberto Fabra desgranó su discurso preelectoral en el más puro estilo del humorista-torero don Tancredo. Verlas venir, dejarlas pasar y si te orinan decir que llueve, es táctica vieja que surte efecto mientras los espectadores son proclives a tragar. El escenario actual, con un campo institucional sembrado de minas, no es el que imaginaba el candidato Fabra Part, cuando fue designado por Mariano Rajoy en julio de 2011 para sustituir al encausado Francisco Camps, con el mandato de enderezar una autonomía donde se concentran todas las miserias humanas. Cada día nos despertamos con uno o varios escándalos concatenados que conducen al partido político que preside Alberto Fabra. No es aceptable que, ante un auditorio compuesto por gente honorable de probada experiencia, se intente defender que el reloj de la Generalitat Valenciana se puso en marcha cuando él entró en 2011. Hay muchos valencianos que no están dispuestos a olvidar. Por contra, tienen en sus manos un grueso lápiz rojo para subrayar todo lo que se ha hecho mal y exigir responsabilidad a quienes protagonizaron los desmanes.

Si Jaume I levantara la cabeza y contemplara la realidad actual de que dos expresidentes de la Generalitat han sido procesados (Olivas y Camps) y que la marea de la corrupción ya llega a las puertas de la gestión de Eduardo Zaplana, parece poco probable que se empeñara en convencer de que crecemos más que Alemania o que se han creado más de 55.000 empleos en el último año. Es inútil, porque una parte notable del electorado conservador está escocido por las consecuencias de una acción política que ha liquidado la ilusión empresarial y arrasado sus ahorros en instrumentos financieros vitales para todo el territorio autonómico: Bancaja, CAM y Banco de Valencia. ¿Quién va a reponer el daño causado en estas entidades: Zaplana, Camps, Olivas, Fabra o quienes los jalearon y los auparon para hacer de este territorio su cortijo?

El president Fabra no haría estos planteamientos improvisados si hubiera asistido a las últimas juntas generales del Banco de Valencia, en las que se enterraron los esfuerzos y las ilusiones de 50.000 accionistas y de sus antecesores. Ni lo haría si escuchara a los miles de empresarios que han cerrado sus negocios por impago de las administraciones. Es muy neoliberal alardear del adelgazamiento de la Administración y de que tuvieron que suprimir las inversiones públicas porque nos acechaban demasiados agujeros negros. Estas decisiones, principalmente derivadas de la deficiente gestión de los sucesivos gobiernos del PP, han motivado la pérdida de empleo para centenares de miles de trabajadores y profesionales. Drama humano de irreparables consecuencias.

La motivación de la Ley de Señas de Identidad, promovida y ensalzada por un president que no es capaz de hablar en valenciano, sólo se justifica por la pretensión de asegurarse los votos de 50.000 forofos que podrían estar ligados a estos principios enfático -demagógicos. Fabra parece hastiado de luchar contra la oposición y frente a los múltiples focos de insurgencia que padece en su partido: ayuntamientos de Alicante, Novelda y Valencia, sin descartar Xàtiva y su cuna nativa de Castelló; el reducto del Consell Jurídic Consultiu, donde anidan sus enemigos; las intrigas en torno a las listas electorales que han hecho correr licores, balbuceos e insidias y el panorama nada halagüeño que muestran los sondeos. Mejor estrategia sería pedir perdón humildemente por cuenta de sus antecesores en la Generalitat , sugerir complicidades y encomendarse a la figura unitaria de Jaume I, rey de la Corona de Aragón, quien nunca renegaría de su senyera.

Convendría aclarar las consecuencias de privatizar las ITV, hospitales, universidades; los cánticos electorales en Mestalla de Julio Iglesias a cargo del IVEX; la gestación, derrumbe y reparto de favores en Terra Mítica, la Ciudad de la Luz, la ampliación de Feria Valencia, el sobrecoste de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Emtre, Vaersa, Ciegsa, Emarsa, Sociedad de Garantía Recíproca, Valencia Convention Bureau, la desaparición de RTVV, la gestión de la Copa del América por su consorcio, la Fórmula 1 y la sombra siempre amenazante de la compra de Valmor, cuya decisión recae en esta última parte de la legislatura. Cuesta apagar los rescoldos del desgobierno, pero esa es la responsabilidad de quien ansía y pretende gobernar. Fray Luis de León, tras salir de la cárcel, escribió en el siglo XVI: «Esto es ser rey propia y honradamente, no tener vasallos viles y afrentados». Bien podría ser el consuelo de los perdedores de hoy y vencedores de mañana.