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Un bailarín fuera de serie

Misterio que se plasma en un cuerpo joven, flexible, dócil a la exigente coreografía del ballet. Este es el vehículo en el que ha hallado su modo de expresión Eros Recio, cuyo síndrome de Down no ha sido obstáculo para su fervorosa dedicación a la danza, con la que se comunica mucho más elocuentemente que con simples palabras.

Creo que nunca me ha impresionado tanto la mágica Consagración de la primavera o el lirismo de La bella durmiente como al verlos plasmados en la silueta casi adolescente de Eros Recio, que se crece en el escenario dando vida a escogidos fragmentos de estas partituras inmortales. Es vibrante su delicadeza en El espectro de la rosa, su calidez en La siesta del Fauno, y dejó al público sin aliento su potente final con El pájaro de fuego. Las notas de Tchaikowski yde Stravinsky resonaban como un mensaje revelador de la capacidad humana puesta a prueba. Querer es poder. Y Eros puede porque quiere; porque ama apasionadamente la danza, a través de la cual dice y expresa fielmente lo que cada página musical demanda. Ensueño, melancolía, impotencia, desolación... La gestualidad subraya el dinamismo, se pliega a cada situación anímica de la trama. El joven danzarín evoca la legendaria figura de Nijinski „en una lograda dramatización, obra de su padre, Carles Recio„ enfrentado al célebre promotor de los Ballets Rusos de la Belle époque, encarado magistralmente por Rafael Ridaura. Su versión del personaje, hecha de elegancia y dominio de la escena a lo largo de un monólogo esmaltado de diálogos imaginarios, mantiene la tensión dramática alcanzando momentos de penetrante emotividad. Entre ambos, bailarín y actor, hilan el tejido sutil de una difícil relación amorosa. Y Amor invecible es el título de la pieza, bien dirigida por Marcel Marck y coreografiada por Mª José Esbert.

Se representó en la«Sala Carolina», así llamada en afectiva memoria de una joven que deseaba ser actriz. Un espacio escénico de probado tesón, que reafirma su independencia en un pequeño letrero revelador, a la puerta de acceso. Otro, a modo de lema, dice así: «Los artistas estamos sosteniendo un mundo que se cae. Damos esperanza». Así salimos de la sesión: esperanzados. Reconfortados ante el ejemplo de perseverancia y entrega ofrecido por Eros Recio, sustento de su constante formación en el Conservatorio. No hay límites para la voluntad. Y el arte escénico se erige en crisol de las más hermosas cualidades del ser humano.

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