uchos partidos políticos han puesto sus barbas a remojo y han comenzado a conjugar el verbo refundar. Ante la avalancha de nuevas marcas blancas en las estanterías del supermercado electoral, los convergentes catalanes quieren pasar página del caso Pujol con los mínimos rasguños. El PP valenciano también ha intentado darle una manita de pintura a sus siglas, emborronadas por sumarios dispares y numerosos. Pedro Sánchez, rehén de Susana Díaz, espera al resultado de la madre de todas las batallas, la de Madrid (la batalla de Valencia es menor para todos), para resarcirse „si puede„ de su fragilidad. Los de UPyD, a la greña, aplazan sus tareas domésticas para cuando hayan tocado suelo después de precipitarse al vacío.

Muchos pregonan futuros cambios para ver si cuela y obtener así una tregua electoral. Los resultados de mayo serán el indicador del grado de corrosión y amenaza de derrumbe de algunas fuerzas políticas. Por eso algunos propagan regeneración y nuevos modales. Basta un poco de desafección en las urnas para desatar de inmediato la catarsis: el baile de entrenadores y los fichajes para configurar una nueva plantilla.

Los electores nos hemos transmutado en espectadores. Somos unos compulsivos consumidores de la política espectáculo. Frente al televisor nos incitan a elegir entre unos artistas del debate (una peculiar Operación Triunfo). Esos actores políticos han logrado con esos concursos que el share de una cadena sea hoy la intención de voto del televidente. Los programas/tertulias entronizan a un político nuevo, como si fuera un refresco light, y luego sus asesores comienzan a abrir franquicias por doquier. Nos tocará acudir a las urnas con el mando a distancia de la tele en el bolsillo.

Por estos lares, sin televisión propia, los populares merecen una nueva oportunidad. Se han ganado reinventarse en la oposición. En esta comunidad son muchos años de torearnos, de marear la perdiz con nuestra identidad colectiva. Han utilizado complejas artimañas para arramblar con lo más jugoso del presupuesto y han saturado los juzgados de imputados. Por eso mismo hay que auxiliarles para que actualicen su anticuado software.

En Grecia, las mujeres de la limpieza readmitidas son el símbolo de los que procuran por personas distintas a las que figuran en la lista Forbes. Dentro de un tiempo, un contable de Bruselas nos echará en cara por qué hemos aguantado tanto tiempo a unos políticos manirrotos, como lo fueron en su día los conservadores helenos. Algunos partidos no aguantan por más tiempo en pie, necesitan una reconversión urgente, un plan de reforma integral; es decir, una refundación.