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El revuelo

Recuerdo que, bien entrados los noventa, los compañeros de abrir brecha en los tribunales y meter el hocico en los asuntos de todo tipo sin dar de lado a los más turbios, no habían dejado de pegarse chocazos contra la pared porque en la Judicatura no se entendía que lo que llevaban entre manos tuviera que ser público y notorio. Los juzgados, los cuarteles y los asuntos eclesiásticos se convirtieron en los ámbitos que más se resistieron a abrirse en canal, convirtiéndose en los últimos agujeros negros de una época sobre la que rehusaban pasar página. Se me han venido a la cabeza varios de aquellos episodios al producirse la designación de Fernando de Rosa como presidente de la Audiencia de Valencia. El que fuera conseller de Justicia durante la era Camps, además de vocal y vicepresidente del Poder Judicial a propuesta de los suyos en otros momentos, se ha situado al frente del órgano que dirimirá los casos „Terra Mítica, Emarsa, Gürtel„ en los que andan implicados quienes han contribuido a llevar a esta tierra a la bancarrota. Entre aquella oscuridad por la que se movían instrucciones y fallos y esta transparencia actual respecto de los nombramientos, debe existir un término medio, ¿o no?

La cuestión es que el prota de la historia no sabe a qué viene estos remilgos. Y se extraña del revuelo. «Podrán decir lo que quieran „ha advertido„, pero tengo ahí mi currículum que es público y conocido». Y tanto. De hecho, sus antagonistas del tiempo en el que todo este trasiego lo condujo hasta la bancada del Consell, no han tardado ni dos segundos en recusarlo en el caso Emarsa. Pero es que encima, magistrados descollantes, incluídos los más cercanos a su credo, no salen del asombro por el capítulo que el hombre ha añadido al currículum. Qué quieren que les diga. Igual es que, como profesionales, les resulta sospechoso.

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