La Sexta está adquiriendo un perfil muy informativo, tanto tantísimo que incluso han puesto a Alberto Chicote a explicar las claves de El precio de los alimentos. El cocinero Top Chef que triunfó enderezando entuertos de Pesadilla en la cocina se aparta esta vez de los fogones para meterse en camisa de once varas, con mejores intenciones que conclusiones. No todos pueden ser Ana Pastor.
Es un reportaje especial de dos capítulos dominicales, cuya primera parte explicaba por qué suben o bajan el tomate, el pan, la ternera, el aceite y el azúcar. Un tema interesante pero en el que se profundiza muy poco. Chicote cambia el delantal por unas camisetas que también desmienten cualquier atisbo de discreción. Y tan pronto viaja a Holanda a ver tomates como a Suazilandia a por caña de azúcar, aunque todas las explicaciones se resuelven a gran velocidad, resumidas en la ley de la oferta y la demanda. Aún así, es formativo ver que un invernadero holandés parece un laboratorio de la NASA, donde se producen tomates con tan buen aspecto como seguro insípidos. Nunca un producto natural me lo pareció tan poco, por mucho que se adueñe del mercado y envíe al vertedero toneladas de El Ejido.
El programa deja un pesimismo aplastante tras explicar que nuestras terneras viajan al Líbano, el aceite se envasa en Italia, el pan que más triunfa es congelado y nuestra remolacha ha perdido la guerra en la Unión Europea. Y evidencia una vez más que entre intermediarios anda el juego, que también los alimentos cotizan en Bolsa y que el pequeño productor lucha contra gigantes. Nada que no sepan los agricultores valencianos: todo lo que sube tiene que bajar, menos los precios que uno ha de pagar.
