Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Matanzas no islamistas

Anders Breivik (77) y Andreas Lubitz (149) han causado más muertes en Europa en cuatro años que el terrorismo yihadista a lo largo de la última década.

La Historia adopta formas grotescas para ridiculizar a los desconsiderados que la toman a broma. Si se superponen las imágenes de Rajoy y Pedro Sánchez firmando el pacto antiterrorista con la catástrofe aérea «deliberada» según la fiscalía y que ha costado la vida a medio centenar de españoles, como mínimo brotará el estupor sobre el escalonamiento de prioridades. En especial, en una geografía que encaja anualmente más de 60 millones de turistas, en su mayoría desembarcados por vía aérea. El avión estrellado por Andreas Lubitz (149 aparte del copiloto) ha matado a más personas que el terrorismo a lo largo de los últimos once años, en un país con el dudoso honor de haber sido golpeado con saña por las variantes nacionales e internacionales del fenómeno sangriento. En sí misma, la tragedia de los Alpes con origen en Barcelona muestra un balance de víctimas del orden de la carnicería de Atocha (191 más un geo).

La sociedad se concentra obsesivamente en remediar las catástrofes pretéritas, no las futuras. La opinión pública ha recibido un cursillo acelerado sobre el acceso a la cabina del piloto, cuando se puede apostar a que en los próximos años no habrá otro atentado ligado a su blindaje. Los familiares españoles de las víctimas del Airbus fueron trasladados al lugar del desastre en un avión que mantuvo a la vista el compartimento del comandante en ambos trayectos. Este vuelo de puertas abiertas se erige en símbolo de que, ante unas necesidades infinitas, deben racionarse los recursos. El énfasis en los atentados de trasfondo islamista olvida que de momento son menos mortíferos para Europa que matanzas sin vínculos con la yihad.

La paranoia de los big data obligará a la NSA y sucursales a interceptar con especial furia las comunicaciones de personas llamadas Andrés. El alemán Andreas Lubitz (150) y el noruego Anders Breivik (77), ambos de pedigrí inequívocamente occidental, han provocado más muertes deliberadas en suelo europeo (227) en cuatro años que el terrorismo islámico a lo largo de la última década. Los atentados de Londres (52) en 2005 y los fogonazos intermitentes en Francia, Bélgica o Dinamarca suman una cifra inferior, aunque se añadan los asesinatos de periodistas y cooperantes en otros países. De hecho, las acciones singulares de Lubitz y Breivik superan en muertes violentas a la suma de víctimas del terrorismo de corte islámico en Europa y en otras geografías de corte occidental como Estados Unidos y Australia, durante los últimos diez años. En el coloso norteamericano, el supremacista blanco Timothy McVeigh (168) provocó una matanza mayor que todos los atentados yihadistas en su país a excepción del 11S.

El islamismo mata salvajemente. En noviembre del año pasado se cobró cinco mil vidas, que casi doblaban en magnitud al 11S (2.996). El dato pasó desapercibido porque las matanzas transcurrieron en países al margen del foco occidental, con una abrumadora mayoría de víctimas musulmanas. De nuevo, la Finlandia erigida en modelo educativo sufrió recientemente dos masacres en centros escolares en menos de un año.

El balance de asesinados (19) desborda también a los muertos por yihadismo en idéntico período, y por fortuna no desató la histeria sobre el funcionamiento de la enseñanza. El impacto del 11M subsiste amortiguado en España, pero no debe ocultar que el mayor atentado islamista en Europa Occidental podría haber sido evitado con una mejor fluidez en la colaboración entre la Policía y la Guardia Civil. Estos detalles son más eficaces y difíciles de afianzar que el sellado de una pomposa y hueca alianza antiterrorista a cargo de Rajoy y Sánchez. Ambos líderes no firmarán por mimetismo un pacto antipupitres, anticopilotos o anti Nietzsche, por citar al filósofo favorito del asesino en masa Breivik (77).

Hay miedos de moda. Una vez deslindadas las matanzas, el cuerpo de analistas constituido hoy por la sociedad en su conjunto no trata por igual a sus autores. Los llamados progresistas se sienten más impulsados a aderezar los atentados yihadistas con consideraciones palestinas, o con denuncias sobre la situación agobiante de los inmigrantes en la banlieu. Simétricamente, la orientación conservadora se muestra implacable con el terrorismo de inspiración islámica, pero enarbola a Freud y las oscuridades de la mente cuando la sangre viene derramada por europeos de toda la vida. Las víctimas no están para distinciones.

Compartir el artículo

stats