A Carl Sagan le habría emocionado el anuncio que acaba de hacer la NASA acerca de las condiciones favorables para que haya agua en estado líquido en Marte. Él fue el gran divulgador de los asuntos del cosmos y deseaba como pocos el hallazgo de vida extraterrestre. Sin embargo, cuando en 1976 se posaron sobre el suelo marciano las sondas Viking, su desencanto fue palpable, como el del resto de científicos que seguían aquella misión espacial. Hace cuarenta años se pensaba que quizá había allí algo más que agua, pero las Viking mostraron desolación, aridez y nada de vida. Ahora, de forma lenta pero continuada, los indicios siguen apuntando a lo que ya dio a entender en la década de los 90 la misión Mars Global Surveyor, que detectó pequeños afloramientos acuosos que parecían surgir temporalmente desde el subsuelo marciano. La superficie del planeta rojo es un lugar hostil para la vida, entre otras razones porque la atmósfera es muy tenue, deja pasar los rayos ultravioleta del Sol y ni siquiera permite, en las condiciones actuales, que el agua esté presente de forma permanente en estado líquido. Sólo puede hacerlo temporalmente. Pero debajo de la superficie sigue todo por descubrir, y seguramente no se tardará mucho en hacerlo. Pese a la decepción de hace cuatro decenios, nadie puede afirmar hoy que no haya vida en Marte. Seguimos sin saberlo, lo cual es muy prometedor.