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Algo se mueve

No pretendo epatar, pero algo se mueve en el...¡pesepevé! Soy consciente de lo fuerte que resuena la aseveración. Viene la formación „es mucho decir„ de un trasiego tan rancio que, con un par de gotitas perfumadas, da la impresión de haberse recompuesto. Si se trata de un espejismo, pronto se verá. Ahora bien, la decisión de Ximo Puig de abrir ventanas, incorporar a plebe de la cuerda con pedigrí logrando que éstos se sumen en pos de un tiempo nuevo, no deja de tener su mérito y, viendo el aspecto del paciente en décadas, un síntoma de recuperación ha de ser la irrupción de firmas como Fernando Delgado, a la que hay que añadir la de Juan Antonio Gisbert para ponerle las pilas al elenco con el que cuentan por las tierras del sur.

Tras ganar el premio Azorín, el periodista/escritor dijo lo siguiente del partido cuya propuesta para fomar parte de su candidatura aceptaría poco después: «El pesoe es el proyecto político en el que creo, no siempre bien gestionado por la perversión de los partidos. Soy un cristiano sin iglesia y un socialista sin partido». Nunca el galardón ha estado tan arropado en Madrid como en esta edición y, de ese modo, Fernando Delgado se convierte en embajador de postín con veladas literarias trufadas de mensajes, en los que a la hora de lanzarlos parte con la ventaja de seguir inspirado aún por la gracia de santa Teresa: «Ojalá podamos construir algo ilusionante incluso con materiales de derribo... Para mí, la política no es una profesión, sino un espacio ético». Habrá gente que caiga en trance con estos sonidos al igual que lo hará de lograr entrar en acción Gisbert, ya que en la historia consta lo que vino después de su marcha de la CAM con lo que todo ello comporta de recuperar la fe en retomar unos criterios como Dios manda. Cuesta creerlo, pero ya digo. A poco que se descuide, el pesepevé no vuelve a la clandestinidad.

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