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La corrupción, estúpido

Cómo fue aquello? Elecciones presidenciales de 1992 en los Estados Unidos. Bill Clinton contra George H. W. Bush (padre) que por entonces, tras la guerra de Irak, tenía una aceptación del 90%, todo un récord histórico que le hacía parecer imbatible. Fue entonces cuando James Carville, estratega de la campaña de Clinton, coloca un cartel en las oficinas centrales del Partido Demócrata con tres puntos escritos: 1) Cambio vs. más de lo mismo, 2) La economía, estúpido y 3) No olvidar el sistema de salud. El resto es más conocido, Clinton venció a Bush padre y el segundo punto pasó a la historia como "¡Es la economía, estúpido!".

Mediados de abril de 2015. Falta poco más de un mes para las elecciones municipales y autonómicas, un dirigente del PP valenciano le traslada al periodista su convicción de que esperan obtener entre 40 y 44 diputados en las Cortes Valencianas (la mayoría absoluta está en 50) y le explica a grandes rasgos cuáles van a ser los ejes centrales de su campaña electoral: recuperación económica, bajada de los impuestos de patrimonio y sucesiones, el Consell, ante la debilidad de las siglas partidistas y la falta de carisma del candidato Alberto Fabra, se presentará como un equipo eficaz para terminar el trabajo iniciado y sacar a la Comunidad Valenciana de la crisis y la posible guinda de la tarta. El conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, está negociando con el ministro Cristóbal Montoro una mutualización de parte de la ingente deuda pública de la Generalitat. Si todo sale bien, el PP confía en seguir gobernando en minoría, en el peor de los casos, o con el apoyo de Ciudadanos. La situación reconoce el dirigente popular está difícil; pero ni mucho menos perdida.

El periodista opone un pero. Ese día se acaba de conocer que Rodrigo Rato se ha acogido a la amnistía fiscal que ofreció el PP en 2012. Una amnistía con la que el Gobierno esperaba recaudar 2.500 millones de euros y al final Hacienda solo consiguió 1.191 de los 40.000 millones que se regularizaron. Una amnistía en la que los defraudadores solo abonaron al fisco el 3% de media, frente al 10 que tenían que pagar. Rato es uno de los beneficiados y, pese a que se ha dado de baja en el PP por el escándalo de las tarjetas opacas, no es un cualquiera: exvicepresidente económico en el Gobierno de José María Aznar, expresidente del FMI y expresidente de Caja Madrid y de Bankia. No, Rato es un peso pesado del PP y ese hecho dañará mucho a los populares, dice el periodista. Su interlocutor niega la mayor. No ocurrirá nada y, además, Alberto Fabra es el paladín de la lucha contra la corrupción.

Han pasado poco más de 24 horas de aquella conversación y ya se ha quedado vieja. Agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera detienen a Rato acusado de blanqueo, fraude fiscal y alzamiento de bienes. Siete horas después será puesto en libertad sin que ningún juez le haya tomado declaración. Algunos observadores ven en ese hecho la prueba de que la parafernalia de la detención obedece a la voluntad del Gobierno de ofrecer la cabeza de un presunto defraudador -¡un banquero!- a los electores para demostrar su voluntad en la lucha contra la corrupción. Y quién mejor que Rato que está imputado por el caso de las tarjetas opacas en el caso de Caja Madrid y Bankia. Además, ya está fuera del partido. Pero el hecho cierto es que la detención de Rato causa una enorme conmoción en el Gobierno y en el PP, donde se es consciente del tremendo golpe que supone para la campaña electoral y para España.

Mientras el exvicepresidente era detenido en Madrid, en Valencia los medios de comunicación iban plagados de titulares como los siguientes: "El juez investiga por corrupción al exgerente de Imelsa y EU señala a Rus" (Levante-EMV), "El exdirector de Terra Mítica achaca las irregularidades a la prisa por abrir" (El País), "Molestábamos a la trama Gürtel" (Ser-Valencia), "El juez también investiga por corrupción los contratos en Carreteras de la Diputación" (LEVANTE-EMV), La red de amaños de Imelsa salpica a dos alcaldes de La Costera" (Las Provincias), "Un directivo de Terra Mítica autorizó pagar facturas no avaladas por contratos" (El País), "La investigación de la Diputación apunta al club de fútbol de Rus" (El Mundo, "El PSPV se querella contra Camps, Aspar y Johnson por la F1; pero no contra Fabra" (LEVANTE-EMV).

Todos estos son titulares publicados en la prensa valenciana entre el jueves y el viernes de la semana que termina. En el PP, que ayer proclamó a Alberto Fabra como candidato a la presidencia de la Generalitat, tal vez crean que todo lo que ocurre en torno a la detención de Rato, la porquería que está cercando a Alfonso Rus, su presidente en Valencia y de la Diputación, más el juicio por el escándalo de Terra Mítica, no les va a afectar electoralmente. Sin piensan así es que están más fuera de la realidad de lo que podríamos sospechar. Todos los datos macroeconómicos que pueden esgrimir son insuficientes para tapar el hedor que surge de su partido y de las administraciones que gestionan. La corrupción, estúpido.

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