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La ¿inevitable? Hillary

Hace una semana se produjo una de las noticias menos sorprendentes (y, al mismo tiempo, esperadas) de la actualidad política mundial: el anuncio de la exsenadora y ex secretaria de Estado de EE UU Hillary Clinton, de que competirá para lograr la nominación demócrata a la presidencia del país, cuyas elecciones serán en noviembre de 2016. A estas alturas, la duda no reside tanto en la designación de Clinton como presidenciable demócrata (entre otras cosas, porque carece de rivales internos de entidad y se da por seguro que logrará activar una potente máquina recaudatoria, en los que prometen ser los comicios más caros de la historia) sino en si logrará vencer al principal obstáculo para acceder a la Casa Blanca: ella misma.

Su actual ventaja en los sondeos ante cualquiera de los potenciales candidatos republicanos (aunque empieza a declinar, coincidiendo con su entrada en la arena política) y el cambio en la composición del país (cada vez menos blanco, anglosajón y protestante „la clásica bolsa de votantes republicana„ y más joven y diverso), junto a la posibilidad de ser la primera mujer en lograrlo, favorecen lo que algunos analistas pronostican como «inevitable» triunfo de la frustrada candidata de 2008. Sin embargo, factores como su salud o su edad (sería la ocupante en el cargo más mayor, 69 años, exceptuando a Reagan), la animadversión que suscita en gran parte de los votantes conservadores, así como la opacidad de su comportamiento y cierta frialdad en el trato (en contraste con su marido y expresidente, Bill Clinton) son elementos que pueden aprovechar sus rivales en esta larga campaña. Así que no, la suerte no está echada y Hillary deberá recorrer muchos kilómetros si quiere pasar a la historia.

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