cierta Alfonso Guerra cuando dice que «Rajoy va a tener más amigos en la cárcel que el Vaquilla» porque una sociedad adicta al dinero produce más inseguridad que una adicta a la heroína. El Vaquilla fue uno de los más destacados delincuentes comunes de lo que se llamó la «España quinqui», fruto híbrido del desorden suburbial y del consumo de drogas. Aquellos delincuentes eran usuarios indebidos de coches ajenos, asaltantes de gasolineras, joyerías, bancos y particulares a punta de pistola, navaja o pincho. Daban miedo a salir de noche, sobre todo a quienes hacía años que no salían de noche. El escaso botín de cada palo y la repercusión social de los mismos desproporcionaba la relación entre inseguridad y perjuicio económico.
El delincuente capitalista del siglo XXI es el fruto híbrido de una ideología liberal desvergonzada y del encarecimiento especulativo del precio de la vivienda en el centro de las ciudades que obliga a robar mucho para ocupar las mejores zonas residenciales y mantener un nivel de vida acorde con ellas, sea en Madrid, en París, en Londres, en Nueva York, o en todos a un tiempo para quienes tienen residencia en varias metrópolis.
Los modales bestias del nuevo delito „sin castigo, sin condena de los pares y sin remordimiento„ ha creado el miedo a salir de casa y a ser desalojado mientras se está fuera. Hay que estar dentro para que la fuerza judicial pueda hacer el despojo de la casa por lanzamiento, que es como se llama en Derecho esta acción. También hay miedo a ir al banco y no hallar disponible el dinero depositado.
Los quinquis fueron grandes tironeros de bolsos de las ancianas, dejando tras de sí un rastro de caderas rotas, pero la banda de Bankia no quería el monedero sino todos los ahorros de muchos pensionistas y dejó tras de sí un reguero de confianza destrozada. La confianza da más equilibrio que la cadera como sabe todo el que vuelve a andar después de una caída.
