Nada más saltar lo de la pareja Trillo/Pujalte y llegar a oídos de un conocido que algo de información maneja, dijo: «No, si no va quedar ni uno». El penúltimo capítulo editado de esta novela negra a la que no se le ve el fin saltó a las pocas horas de que representantes de la patronal, tras reunirse con una de las fuerzas emergentes, confesaran que «los de Podemos no muerden». Hombre, la verdad es que todavía están por catar pero cuando les toque, si es que ocurre, quedarán pocas mordidas que dar a este paso. Como sabrán, los dos figuras encartados han confirmado que sí, que se embolsaron una buena morterada por asesorar en modo verbal a una constructora especializada en obra pública aún siendo diputados de esta España nuestra tan bien construida, pero advirtiendo, ¡eh!, que lo tienen todo en regla. Afortunadamente intercedió antes que nadie una tercera figura del redondel „los del círculo son los novilleros que empiezan a asomarse„ de nombre Rafael Hernando, portavoz nada menos que del grupo parlamentario, mostrándose partidario de ampliar el régimen de compatibilidades para que sus señorías puedan tener así más actividades privadas porque como representantes en las Cortes les sobra el tiempo. Hace décadas que clásicos de un terno y de otro han dado muestras sobradas de haber entendido el mensaje, pero éste ya es que lo ha clavado.
El último capítulo lo han protagonizado los gastos de representación de Rita, perfectamente fiscalizados se solaza ella: 5.000 euros por un coche con chófer en la capital inglesa para negociar el futuro de la Fórmula 1; billetes de avión a Londres por 1.700; hoteles a 600 ó 700 euros y manduca por un ojo de la cara pero con ostras, ibéricos, ternera, gin tonics y pacharanes tras paladear el gazpacho de bogavante. En fin, como da la impresión de rehuir el pepino, igual no repite.
