Estos días se nos está informando sobre el incendio y deterioro subsiguiente de un barco pesquero ruso en aguas cercanas a las islas Canarias, que finalmente se ha hundido, parece que a una distancia prudencial de la costa. Como es habitual en estos casos, se ha machacado la noticia desde todos los ángulos posibles, cualquier decisión o ausencia de ella ha dado lugar a análisis espontáneos de consultados, sin el menor conocimiento sobre tan especial cuestión, dados con la mayor osadía y facundia. Desde luego, no se ha escatimado el alarmismo alrededor de la cantidad de combustible, fuel, que almacenaba en sus depósitos, al decir de los supuestamente bien informados unas 1.500 toneladas, con riesgo de explosiones, intento de sofocar el incendio al parecer sin conseguirlo, finalmente remolque del citado barco alejándolo de la zona de influencia de las costas y sin proponérselo su hundimiento con todo el fuel más lo que pudiese llevar en su interior.

A continuación, la movilización periodística se multiplica, las llamadas autoridades tratan de tranquilizar al personal, haciendo gala de una ignorancia suprema en este tipo de cuestiones, como si fuesen ellos los que llevan el peso de la solución del problema, ninguneando a los profesionales que podrían informar adecuadamente, con propiedad y conocimiento, pero la pantalla del televisor es muy golosa, y serían capaces de disputársela a guantazos a quien fuese. Y como «donde hay patrón...» aparece de repente la ministra de Fomento informándonos repetidamente de que ha llegado a las islas como coordinadora de las actuaciones, lo que no deja de sorprender: no sabíamos de esos ocultos conocimientos que le permitieran coordinar las acciones de un puñado de profesionales en cuestiones submarinas, ver para creer.

A la vista de los acontecimientos, viene a la memoria algo que se produjo hace algunos años, casi calcado movimiento por movimiento, con todas sus desastrosas consecuencias en las costas gallegas, con la sola diferencia de que entonces el volumen del combustible hundido o vertido fue superior con mucho al de este malhadado barco pesquero ruso. Y también entonces como hoy hubo un ministro o vicepresidente del Gobierno, creo recordar, que como la ministra Pastor acudió a coordinar las acciones y, de paso, a tranquilizar al electorado con frases que todavía hoy son motivo de risa cuando se recuerdan.

Pero al margen de anécdotas, tratando de aportar ideas que puedan ayudar, ¿por qué en lugar de enviar a una ministra a la que han de explicar todo repetidamente, no han enviado a alguien con experiencia en estas lides, como Mariano Rajoy, con capacidad y conocimientos suficientes para distinguir entre los regueros de fuel y unos inocuos hilillos de plastilina? Arreglar, no arreglará nada, eso ya lo sabemos, pero en tiempos tan difíciles y negativos como los que estamos viviendo, algo de risa sana nos puede ayudar a sobrellevarlos. Los españoles se lo merecen.