Hace dos semanas, se celebró en Castellón el VI Congreso de Meteorología y Cambio Climático José Quereda, una mesa redonda donde a los participantes se les pregunta por distintas temáticas del tiempo y clima. Cuestionado sobre el problema del cambio climático y su posible solución, argumenté que no me preocupan las emisiones de dióxido de carbono, un gas que no es contaminante. Me preocupan las emisiones de óxidos de azufre, monóxido de carbono o de hollín y la solución no es el inútil protocolo de Kyoto. El problema no es climático, sino de salud pública. Sigo la opinión del climatólogo André Hufty. No es cuestión de grandes decisiones políticas basadas en los resultados de los modelos, con su fiabilidad torpedeada por el propio clima que pretenden modelizar. Es mejor luchar contra esos gases, arriba mencionados, que sí son contaminantes. Lo vivimos en nuestras ciudades, pero el caso es extremo en países de un potente y descontrolado desarrollo industrial, como China. El mencionado protocolo de Kyoto permite a China emitir dada su condición de país en desarrollo, por lo que no va a frenar ni el incremento de dióxido de carbono ni de los gases contaminantes. El freno va a ponerlo la salud pública. Como anillo al dedo me vienen las noticias procedentes desde el Gigante asiático. Olores, polución en agua y aire, producto de un crecimiento industrial sin control ni medida. La última reunión del Asamblea Nacional Popular y de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino reconoció que la polución es el principal motivo de malestar en el país y provoca entre 30,000 y 50,000 «incidentes de masas» al año. Lo que no ha conseguido el IPCC, lo está empezando a lograr el pueblo: un Ministerio de Protección del Medio Ambiente que proteja el Medio Ambiente.

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