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Niño y búfalo

Cuando llegamos a Katmandú, avanzaba muy despacio la noche. Entramos a comprar en una tienda y al tratar de salir vimos la calle en cuesta „todo Nepal está en cuesta„ convertida en una feroz torrentera. Un rato de té y conversa después, la calle volvía a parecerlo: era un monzón pequeñito, pero los hay devastadores. Hasta pude chapotear, me encanta. La imaginación de los escritores y de los visionarios es, al final, lo más cierto: no hay nada seguro bajo el solar en el que edificamos nuestras casas y el Indostán fue, durante eones, una isla gigantesca a la deriva „rumbo norte„, una balsa de piedra con ángeles al timón que, al final, chocó contra la placa asiática. Aquella cuña se metió debajo de ella y sigue levantándola: el Everest, crece.

Los ángeles se han dormido esta vez como si fueran el capitán macarra de un barco italiano. El terremoto lo ha roto todo: las vidas y las fuentes inmemoriales de piedra y bronce que manaban por la boca de las serpientes. Los palacios y las chozas. Los coloristas mercados de verduras y guindillas de todos los tamaños y ferocidades. Las personas y ganados y las pagodas en escala musical que apuntan al cielo con su lenguaje de abanicos. Quizás haya roto „Shiva no lo permita„ al niño Ramakrishna, que me vendió una manzana en una de las revueltas del treking, poco después de que un búfalo nos embistiera; los búfalos tienen sólo dos expresiones: de locos, en seco, y de ensueño erótico, en el agua. El sol me arrancó el pellejo de la coronilla.

Todo es tremendo y deslumbrante en estos altos valles emparedados por montes blancos como sudarios y hasta las abejas del lugar no se dejan arrancar la miel sin pelea. Sólo nosotros creemos dominar el terreno y levantamos una civilización que se dedica a sembrar certidumbres, la cosecha más improbable del futuro. Pero ahora Nepal nos necesita, nos necesita el niño de la manzana y hasta el búfalo. No les fallemos. En el banco, en el periódico, en internet, encontrarán miles de maneras de arrimar el hombro. Médicos sin Fronteras atiende en el 902 303 065.

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