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Ancelotti, Bale y Casillas, centran la crisis del Madrid

Sin victorias no hay paz. Con las derrotas se desencadena la crisis. En el Madrid la felicidad sólo es posible cuando llegan más trofeos a sus vitrinas. En un año de ni-ní, ni Liga, ni Copa, ni Copa de Europa, en el Bernabéu se plantean inmediatamente soluciones drásticas. El entrenador y algunos jugadores están en la picota. Carlo Ancelotti consiguió la décima copa europea, pero ello es historia pasada. La incógnita no está solo en el banquillo. Hay que buscar sustituto al entrenador actual a quien le queda todavía un año más de contrato y ello no es fácil. Bale ha sido repudiado, Casillas silbado y Lucas Silva ha decepcionado.

A Florentino Pérez no le ha salido bien la operación Zinedine Zidane y el alemán Jurgen Klopp, que el año pasado se convirtió en posible cambio, tampoco ha tenido buena campaña en el Borussia de Dortmund. En la crisis también están inmersos algunos futbolistas. El primero de la lista es el galés Gareth Bale. La confusión actual es tal que hasta se piensa en la posibilidad de aceptar un traspaso de Cristiano por el que, según medios ingleses, el Manchester United estaría dispuesto a pagar 200 millones de euros.

El Madrid es el club más rico del mundo y esta temporada en el ámbito de los títulos se ha quedado entre los más pobres. El Madrid con su presupuesto, con la calidad de sus jugadores, con su imagen mundial, no soporta una campaña mediocre. Para cualquier club importante ser subcampeón de Liga, semifinalista en Liga de Campeones y lucir en la camiseta una estampa del Mundialito a la que Cristiano le daba brillo en una de sus reacciones contra el público, no sólo es insuficiente, sino que se considera fracaso.

Florentino quería que Zidane se convirtiera en un Guardiola y para ello lo puso de becario en el banquillo junto a Ancelotti. Le dio la alternativa con el Castilla. Está, de momento, inhabilitado para ser primer entrenador. Esta temporada el becario es Fernando Hierro, pero no cuenta.

Ancelotti llevó la paz al club y, fundamentalmente, al vestuario. Tras el virus Mourinho, que infestó la vida social del madridismo, era preciso hombre con mano izquierda, que supiera manejar los egos y entendiera en que club estaba. Tuvo su primera sorpresa cuando tuvo que alinear como titular a Diego López, que era un magnífico portero, pero que llevaba emparejado castigo a Casillas.

El segundo problema del míster italiano ha residido en la obligación de contar constantemente con la bautizada BBC, Bale, Benzema, Cristiano, lo que le ha obligado a montar un equipo con el inconveniente de correr serios peligros por no poseer la pelota. Al técnico le ficharon a Lucas Silva que no le ha convencido. Las largas ausencias de Modric, el único centrocampista con capacidad para poner orden, han lastrado sus fórmulas. Contar con Sergio Ramos para el centro del campo con el fin de apuntalar la zona para la que no ha tenido mucho en cuenta a Illarramendi, y menos aún a Khedira, que tiene un pie en el estribo, han contribuido a ponerle en solfa. Isco ha ido de más a menos.

Ya ha habido en el entorno dirigente del club la peregrina idea de recuperar a Mourinho. En el club, siempre que se dan circunstancias parecidas se carga sobre el entrenador la teoría de que no impone su autoridad, que concede relajo a los futbolistas. En Mourinho se cree que posee la mano dura. Su vuelta obligaría a prescindir de más de un jugador. Ello, además de un trauma moral, significaría un gasto enorme; el de los despidos injustificados y los fichajes necesarios. El futuro de la plantilla es muy incierto. El público ha repudiado a Bale y los pitos a Casillas obligan a una contratación estelar porque Keylor Navas no ha terminado de gustar. Suplir a Ancelotti requiere un cambio que enamore. En el mercado tampoco hay mucho donde espigar. Para una transición casera cabría la posibilidad de recuperar a Míchel que en su periplo griego reforzó su categoría profesional. Rafa Benítez también es miembro de la casa, pero en su mejor momento no tuvo plácemes suficientes.

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