Viendo los desastres naturales que pasan en el mundo tendemos a pensar que pasan más cosas en los países pobres, que se cumple en definitiva eso de "a perro flaco todo son pulgas". No obstante, las apariencias engañan, o por lo menos, disfrazan la verdad. Podemos definir peligrosidad natural como la posibilidad de que un evento natural de carácter extraordinario ocurra en un lugar determinado. Por ejemplo, las erupciones volcánicas y los terremotos se dan con mucha probabilidad en unos lugares y con muy poca en otros. Lo mismo sucede con los ciclones tropicales o con los tornados. Si estos eventos se dan en lugares deshabitados, no tienen apenas consecuencias para el hombre. En este punto, entra en juego el concepto de exposición, que se entiende como la presencia del hombre con distintas densidades demográficas e infraestructuras y actividades en un lugar donde pueda darse uno de estos eventos.

Por ejemplo, en la Península de Kamchatka hay terribles terremotos y erupciones volcánicas pero, como apenas vive gente, no hay exposición y, por lo tanto, no hay riesgo para los hombres ni para sus actividades. Lo mismo sucede con nuestros ríos secos y barrancos, si nosotros no nos metiéramos en medio, las esporádicas inundaciones no supondrían ningún problema. Por último, tenemos el concepto de la vulnerabilidad, que podemos definir como la preparación de una sociedad determinada ante la posible ocurrencia de un evento natural extraordinario. Aquí es donde se manifiesta al extremo el ser o no ser un país pobre. Japón es el ejemplo perfecto donde la peligrosidad sísmica y la exposición son enormes, pero la vulnerabilidad es muy baja, por la gran preparación del país y sus habitantes ante estas circunstancias adversas. Eso permite que, dentro de lo que cabe, soporten relativamente bien los embates de la naturaleza. El sudeste asiático, Nepal o Bangla-Desh son buenos ejemplos, es la zona donde coinciden elevada peligrosidad natural en forma de terremotos, tsunamis, ciclones, monzones, etc., elevada exposición de la población, por altísimas densidades demográficas, y alta vulnerabilidad, ante la poca preparación frente a este tipo de eventos. La combinación está servida, no debería sorprendernos que pasaran allí más catástrofes de origen natural que en otros lugares.

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