Aproximadamente un millón y medio de valencianos (el 32 % del censo) se encuentran en riesgo de exclusión social y de pobreza. Ante esta situación de desigualdad junto a los casos de corrupción que día tras día salen a la luz, hablar sobre sostenibilidad ambiental da la impresión de que está fuera de situación. Pero convendría recordar que una cuestión es la percepción de la realidad y otra muy distinta, la realidad en sí misma.

La corrupción urbanística ha propiciado crecimientos urbanísticos desenfrenados con la excusa de satisfacer el aumento demográfico y bajo el amparo del modelo productivo nos encontramos con decenas de polígonos industriales abandonados a su suerte. Y todo esto acompañado de maletines que cambiaban de manos a velocidades pasmosas, enriqueciendo de forma ilegal a unos pocos y empobreciendo a muchos. Miles de millones de euros que se los ha tragado la codicia de esos pocos. Un ejemplo es el caso de Pego-Oliva, donde gracias a la actuación de Acció Ecologista-Agró se consiguió paralizar la desecación del marjal situado dentro del parque natural, pero a los pegolinos les costó una multa de 1,2 millones de euros, además de los gastos ocasionados por las actuaciones delictivas de la desecación.

No han tenido tanta suerte los bosques valencianos. Año tras año, si no son los incendios o reclasificaciones de suelo, son las tramas de adjudicaciones oscuras que bajo los calificativos de «aprovechamiento de la biomasa», «plan de medidas contra la plaga del muérdago» o «plan de actuación contra la plaga del Tomicus», se llevan millones de euros y de paso centenares de árboles sanos. Las talas en los parques naturales del Penyagolosa o del Túria son una buena muestra de ello; todo con el vist i plau de los responsables de la Conselleria de Medi Ambient. Más que una administración pública dedicada a la protección, conservación y puesta en valor de nuestro patrimonio natural, parece la conselleria de la destrucción ambiental.

El exdelegado del Gobierno, Serafín Castellano, ha sido detenido y tendrá que dar explicaciones a la justicia en relación a 34 millones de euros adjudicados a un entramado empresarial que, entre otras cosas, incluía un contrato de suministro de aviones para extinción de incendios. Mientras tanto, los bosques merman lenta e inexorablemente en cantidad y calidad. Cada vez nos queda menos bosque, y cada vez más es menos rico, menos diverso. No olvidaré nunca a un guarda forestal de la Vall d´Albaida a punto de jubilarse que contaba: «Cuando yo era pequeño, el bosque estaba lleno de sonidos de pájaros y animales, y ahora está mudo. No hay nada, todo es silencio». De esto hace más de 40 años.

Si entráramos en la gestión de residuos los problemas no serían menos. El caso Brugal, en el que Ángel Fenoll ha sido acusado de enterrar residuos a troche y moche, contaminando suelos y aguas en la provincia de Alicante y poniendo en peligro la salud de las personas, se ha llevado por delante otros cuantos millones de euros y se le piden, de momento, 35 años de prisión por los delitos cometidos.

La corrupción conduce y acelera la insostenibilidad ambiental, pues sus consecuencias acentúan la contaminación de suelos, aguas y atmósfera. Los dirigentes políticos que la permiten demuestran el desprecio que sienten por nuestro territorio y por todos los valencianos. De hecho, la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, hoy 5 de junio, nunca ha tenido mayor trascendencia para ellos.

Desigualdad social y sostenibilidad ambiental son los dos grandes problemas que afrontamos como individuos y como civilización en el siglo XXI. Y es más necesario que nunca poner la sostenibilidad ambiental en el centro de la política, de la política con mayúsculas. Una política que pivote sobre las personas y el medio ambiente, del que dependemos todos. Este va a ser el gran reto de los partidos que van a conformar el nuevo mapa político valenciano. Es un reto apasionante, y avanzar en ese camino nos permitirá en un futuro mirar hacia atrás y estar orgullosos de que hicimos todo lo que pudimos para lograr una sociedad más igualitaria y una Tierra más sana.