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La recuperación desigual

El Gobierno y los organismos externos no paran de repetirlo: la recuperación (tras casi dos años de crecimiento) no es coyuntural y está siendo mejor de lo esperado. Sin embargo, la mejora no se traduce en votos: es más, las zonas donde más se está creciendo (las del arco mediterráneo, beneficiadas por el impacto del turismo) han sido donde el PP ha perdido mayor proporción de sufragios en los últimos comicios locales. ¿Qué sucede?

Pues que la realidad del ciudadano de a pie sigue sin ser tan halagüeña y empiezan a consolidarse situaciones difíciles de revertir. Junto al elevado paro (el más alto de la UE, solo superado por Grecia) debe añadirse que, durante los últimos siete años, los ingresos medios han caído más de un 13 %, acentuándose esta pérdida de renta en los empleados que ya cobraban menos antes de la crisis. El resultado: un aumento de la brecha salarial entre los que más ganan y los que menos ingresan (los llamados trabajadores pobres, que constituyen cerca de un 14 % del total y que deben añadirse al 23 % de parados).

No solo eso. Los cada vez más menguantes ingresos deben destinarse, en gran parte, a seguir con el desendeudamiento iniciado tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria: pese a haber disminuido sus niveles durante los últimos cinco años, la deuda aún suma un estratosférico 279 % del PIB, si incluimos lo debido por particulares, empresas no financieras y administraciones públicas.

Este complicado panorama explica la emergencia de nuevas formaciones, que amenazan al bipartidismo de PP y PSOE y un horizonte difícil de aceptar para muchos: en dos años y medio, el PIB puede volver a los niveles del inicio de la crisis pero generado por 1,5 ó 2 millones menos de empleados de los que se necesitaban en 2007. Con las consecuencias que ello conlleva.

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