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El último mono

Hago tantas cosas durante el fin de semana que les prometo que a veces necesitaría un día entre el domingo y el lunes para dormir unas cuantas horas y no ir a la oficina con careto de zombie. Y les puedo garantizar que mi cansancio aumenta si las últimas horas de descanso dominical las dedico a ver la tele y no a dormir como toca.

No soy nada fan de Manu Sánchez, presentador de El último mono, pero de un tiempo a esta parte él es el causante de mi abuso del corrector de ojeras las mañanas de lunes. Bueno, más que él, los invitados de su programa. No me hacía gracia como colaborador de Zapeando y me gusta todavía menos como presentador en solitario, pero no le voy a negar que el chico tiene su punto entrevistando a los que pisan su plató. Y la entrevista con la última invitada en pisarlo, Ana Pastor, me dejó un buen sabor de boca de los que hacía tiempo no conseguía. Menudas perlas soltó Pastor. «Al trabajo no se viene a hacer amigos», «en TVE me llegó un mensaje que decía piensa en el futuro»; o la magnífica respuesta «soy así, soy como parezco» ante la pregunta de si en su vida personal es siempre tan intensa como en la periodística. Ya le digo, personaje de los que engancha y por los que pierde sueño una. Mensaje de fuerza e independencia totalmente contrapuesto a pelis memas de domingo por la noche con las que poco más que pasas el rato.

En un tiempo en el que abundan los programas donde la entrevista es el eje principal del espacio, es sin duda el invitado el que marca la diferencia y nos hace cambiar de canal o dejar los dedos quietecitos. Un notable alto pues para este late night casi recién aterrizado que, con unos complementos más que dignos a su entrevista estrella, consigue arrancar la sonrisa sin recurrir al entretenimiento puramente vacío y sin tener que recurrir al zapping.

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