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Cómo lo ven

El negocio de los cadáve-res. La Nación apuntaba que, ante la insuficiente donación de cuerpos para contribuir al desarrollo de la ciencia, en EE UU han surgido decenas de empresas dedicadas a adquirir y vender cadáveres o partes del cuerpo (de forma legal). Es el caso de Research for Life, sociedad familiar ubicada en Arizona, que vende órganos y tejidos a profesionales médicos e investigadores, no solo para universidades, sino también a otros centros de investigación científica.

Estabilidad con Estado Islámico. The Daily Telegraph señalaba que, un año después de la extensión de Estado Islámico por los actuales territorios de Siria e Irak, los negocios no han ido mal para los empresarios que se han adaptado a la burocracia y al modo de hacer del grupo yihadista. Pese a la enorme carga impositiva que recae sobre ellos, muchos hombres de negocios sirios prefieren el control de Estado Islámico que la anarquía prevalente en zonas controladas por otros grupos rebeldes (incluso los que están respaldados por Occidente).

CÓMO NOS VEN

Se cuestiona el «modelo Barcelona». The Economist se preguntaba si el éxito de Barcelona como ciudad turística se estaba convirtiendo en un problema, según se deduce de los comentarios de la nueva alcaldesa, Ada Colau, en el sentido de que convendría frenar el flujo de visitantes extranjeros (para evitar que la ciudad se convierta en un «parque temático», tal como ha sucedido en Venecia). Probablemente, se deberá orientar el debate hacia qué tipo de turista se prefiere (barato o de lujo).

Adaptándose a China. The Guardian mostraba su extrañeza por el hecho de que, pese a ser España el tercer destino turístico mundial (por detrás de Francia y Estados Unidos), seguía siendo un mercado desconocido para los visitantes chinos (este año, solo se esperan 300.000 turistas del país asiático). No obstante, el sector trata de adaptarse a su llegada: así, un hotel nunca debe permitir que el visitante chino se aloje en una habitación que tenga el número cuatro o en la cuarta planta (en mandarín, el número suena parecido a la muerte).

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