No me han gustado nada los tuits de Guillermo Zapata, concejal madrileño de Ahora Madrid, especialmente el que hace chanza con las niñas asesinadas de Alcàsser y con Irene Villa. Lo que sí me ha encantado es lo rápido que ha dimitido el escritor y guionista de su cargo como regidor de Cultura al saber lo mucho que han molestado a demasiada gente. No solo a quienes se han tomado el trabajo de husmear en su cuenta de Twitter para encontrar esas joyas de hace cuatro años, sacarlas de contexto y darles bombo en plan linchamiento. A otros, que ya convivimos lo suficiente con la zafiedad en nuestra vida diaria como para dejar el dinero público en manos de gestores con tan mal gusto y confiarles, además, áreas de poder que tienen que ver con la belleza y la creación. Defiendo que se haga humor de todo, siempre que esté en mi mano no ir a escuchar lo que me repugne y me hiera. El caso de un regidor es distinto: gobierna para absolutamente todos los ciudadanos, los que le han votado y los que no, y si parte con un porcentaje tan elevado de asqueados por su persona sin haber tomado posesión flaco favor puede hacer al gobierno del cambio de Manuela Carmena. Así lo ha entendido la jueza, que tardó tres minutos en fallar en su contra y aceptarle la renuncia. Qué necesidad hay de empezar tan mal un tiempo prometedor, debió pensar la alcaldesa de Madrid. Cierto.

Las mismas redes sociales que han permitido amplificar hasta el infinito los mensajes de las fuerzas emergentes agigantan los errores de quienes se ha beneficiado de esta democratización de las opiniones. Mala tarde. Algunos de los que se han rasgado las vestiduras por el sacrificio de Zapata en los altares de lo políticamente correcto han atacado con inusitada virulencia a la periodista Ana Pastor por su dura entrevista del domingo a Manuela Carmena, amenazándola con un odio que causa perplejidad. Primero, porque un cara a cara blandengue y pelotillero a la alcaldesa sería un insulto a su inteligencia mientras que un interrogatorio duro supone una prueba de respeto al invitado. Y segundo porque, en este caso sí, al que no le guste el estilo de Pastor tiene la completa libertad de hacer zapping.