Pedro Sánchez lo han puesto como un trapo por envolverse en la bandera. Los nacionalistas periféricos piensan sin embargo que se ha envuelto en un trapo y por eso lo han puesto (de improperios) hasta la bandera. No pocos analistas políticos han dicho que Sánchez hizo una presentación muy a la americana. Se equivocan, fue muy a la (bandera) española. El nacionalismo español recalcitrante y rancio tampoco está contento. Se envuelve en una bandera más grande que la voluntad del Señor y le dicen que es para disimular su deriva radical. Venga, hombre, yo para disimular una deriva radical me pongo un abrigo verde o me suscribo a un periódico muy de derechas. Pero no me envuelvo en una bandera española, que es la de todos y que ya era hora de que la izquierda también reivindicara. Joan Saura, de ICV, ha dicho que menos bandera española y más reivindicar el estado plurinacional. Es penoso que alguien de izquierdas haga el juego al aldeanismo derechón en lugar de ser universalista y situar en la agenda política los asuntos sociales y no la matraca de los identitarios.

Nadie ha matado en nombre de la bandera española constitucional. No de todos los trozos de tela puede decirse lo mismo. Pedro Sánchez vistió a su mujer de rojo y la hizo subir para compartir escenario, beso y bandera mientras incluso a Susana Díaz se le ponían ojitos y se ablandaba. Ha logrado Sánchez portadas y portadas y hasta se analiza sesudamente su estrategia. Ha dado todo un banderazo. De salida de su campaña, toda vez que no habrá primarias. Cada vez que al PSOE se le recrimine un pacto con partidos nacionalistas o/y de izquierdas, Sánchez sacará la bandera como quien saca un pañuelito de papel y se secará las lágrimas de la emoción. Sánchez se ha puesto al PSOE por bandera. Quien a buena bandera se asoma, buena sombra le cobija. Ya tiene bandera, ahora le faltan ideas. En su puesta en escena hubo lleno hasta la bandera, pero ahora le queda una carrera hasta noviembre en la que ha de romper la pinza que le han hecho Rajoy y Pablo Iglesias. La tal pinza le centra políticamente, le hace parecer como la opción alejada de los extremismos. Pero también le deja con poco espacio, ya que que tanto el PP como Podemos invaden el carril del centro cada uno por un lado, derecha e izquierda.

Es noticia que en un mitin del PSOE ondee una bandera de España porque nunca en sus mítines había entrado una. Sánchez ha preferido ponerse una vez rojigualda que ciento amarillo. Hubo una película titulada Juego de patriotas, pero es prematuro y exagerado hacer extensivo este título a la situación política española actual, donde el servicio patriótico mejor que muchos pudieran hacer es irse. Estos días, Iglesias recorre España y Sánchez recorre una bandera. Mientras, Rajoy sigue en Moncloa atrincherado y pensando que es el mástil del sistema.